La personalización como una de las bellas artes

Uno de los elementos más populares en la industria del lujo es la personalización. Poseer algo único e irrepetible podría parecer razón suficiente para que cualquier producto adquiera valor agregado, sin embargo, lo que hace realmente especial a las piezas personalizadas es la conexión emocional que los clientes o coleccionistas pueden establecer con el objeto de su afecto.

Una de las compañías que más sabe de customización es Bugatti, pues la escudería concibe su producción únicamente en términos de piezas únicas. Es por ello que los clientes de la empresa trabajan junto a los diseñadores, para completar la configuración de cada auto: desde el color (la paleta de Bugatti incluye miles de tonos) hasta los materiales del interior.

El aliado relojero de Bugatti, Parmigiani Fleurier, echa mano de esta filosofía para estrenar su nueva creación: el Bugatti Type 390. Este guardatiempo conserva características de relojes previos entre la manufactura y la escudería, como el cilindro transversal que imita la estructura del motor de los coches, lo mismo que su mecanismo de movimiento manual, claro homenaje al Bugatti Chiron, súper deportivo de la compañía automotriz.

La parte realmente emocionante y sabrosa del reloj se encuentra en todos los detalles que el cliente puede acomodar a su gusto: el material de la caja, la hebilla, la correa y hasta los bordes que ésta lleva. También se pueden modificar los índices, las agujas, la decoración de los laterales, la estructura de la esfera, los zafiros que rodean al movimiento… en fin, una variedad de elementos que pondrán tu imaginación a volar (¡el cielo es el límite!).

Si lo tuyo es la exclusividad y entiendes a la perfección el arte de la personalización (es decir, sus sutilezas y secretos), te estás tardando en adquirir el nuevo bebé de Parmigiani Fleurier y Bugatti. Hazlo, literalmente, tuyo.

 

 

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