La imagen frívola de Miami descansa en paz. La ciudad que cumplió 100 años en 2015 y que desde los años 80 cargaba con el peso de los estereotipos de personajes como el narcotraficante Tony Montana de la cinta Scarface, y los policías Sonny Crockett y Rico Tubbs de la serie televisiva Miami Vice, se ha convertido en un epicentro del lujo, los negocios, el arte, el diseño y el turismo. El milagro Miami existe y la transformación es imparable. El boom ha salpicado también a la alta relojería y Miami es hoy un osasis del tic tac más sofisticado.
Los datos corroboran el crecimiento. The Wealth Report 2015, de la consultoría Knight Frank, indica que Miami ocupa el sexto lugar a nivel mundial y el segundo en Estados Unidos como destino para consumo de bienes de lujo, y que permanecerá entre las 10 ciudades principales del planeta para los individuos con poder adquisitivo extremadamente alto durante la próxima década. Este informe atribuye la afluencia de riqueza a la diversidad cultural de Miami y a la gran importancia que se le da a la calidad de vida. En el reporte de Knight Frank, Miami supera a todas las urbes de Estados Unidos, excepto Nueva York, y está por delante de París, Pekín y Dubái. Además, con la llegada de ultra ricos, aparece la demanda de alojamientos high end. El informe de Christie’s International Real Estate, Luxury Defined: An Insight into the Luxury Residential Property Market, sitúa al mercado de bienes raíces en el puesto nueve del top 10 de mercados de lujo.
Miami es, sin duda, la meca latina de Estados Unidos para las inversiones y las compras, con los brasileños a la cabeza. Las multinacionales estadounidenses han desembarcado en la ciudad y empresas latinoamericanas eligen Miami para sus congresos y convenciones, o para sus sedes regionales. Una de las zonas que mejor atestigua este nuevo perfil es su centro o downtown. Ubicado sobre Biscayne Bay, cerca de South Beach y el aeropuerto, este distrito ostenta el mayor índice de crecimiento de la ciudad a nivel inmobiliario y poblacional, con la generación de millennials liderando los nuevos hábitos de consumo de lujo.
La recuperación de Miami en plena crisis mundial convierte el fenómeno en un milagro. ¿Qué pasó y por qué el mundo volteó a ver a Miami como un punto candente para los negocios? Proyectos como los desarrollos comerciales y urbanísticos Brickell City Centre y Worldcenter reflejan la buena salud financiera. Aunque gran parte del crecimiento de Miami se centra en los condominios lujosos y en los hoteles de moda, los inversores privados están apostando por los sectores comerciales y los productos de alta gama. Durante décadas, el destino predilecto de los más adinerados para ir de compras en Miami era Bal Harbour Shops. Precisamente, Brickell City Centre va a satisfacer aún más la demanda comercial con un shopping de lujo que abarcará 58,000 m2 y que será gestionado por Bal Harbour Shops.
Pero el nuevo Miami dibuja un skyline distinto del lujo. Ahora recorre las arterias de la ciudad con tiendas en diferentes puntos, más allá de Bal Harbour Shops y de Aventura Mall. Entre ellos destaca el Miami Design District, un área antes devaluada que se ha transformado en una de las más rentables gracias al visionario promotor inmobiliario Craig Robins y L Real Estate, quienes comenzaron el proyecto en 2010. Para finales de 2016 tendrá 10 manzanas de calles con más de 100 comercios minoristas de lujo. Como dice Robins, también director ejecutivo y presidente de la empresa de bienes raíces Dacra: “No somos un centro comercial, somos un barrio”. El terreno que ocupa este proyecto fue hace unos años un vecindario industrial de mayoristas de muebles. Hoy es la meca de las compras de alta gama y de las galerías de arte, una nueva e interesante atracción para los turistas que ocupa 111,500 m2. También es una de las sedes de Art Basel Miami, la feria que se celebra en la ciudad desde 2002.
Uno de los efectos más destacados es que Design District se ha convertido en un destino obligado para los amantes de la alta relojería. Es el espacio comercial con más concentración de boutiques de este sector bajo un mismo paraguas. En este ecléctico y contemporáneo desarrollo está Palm Court, un pedazo de Suiza en pleno Miami. El primero en apostar por esta aventura fue Cartier. También algunas firmas del grupo LVMH, accionista minoritario en el proyecto junto con L Real Estate y Dacra. Hoy, Bulgari, Hublot, TAG Heuer, Tiffany & Co, A. Lange & Söhne, IWC, Jaeger-LeCoultre, Omega, Piaget, Vacheron Constantin, Parmigiani Fleurier, Harry Winston, Audemars Piguet, Panerai, Rolex, Ulysse Nardin y Tourbillon (Swatch Group con Breguet, Blancpain, Glashütte, Jaquet Droz, Omega y piezas seleccionadas de Swatch) exhiben sus mejores productos entre cultura, arte y diseño.
Algunos de sus edificios llevan la firma de renombrados arquitectos como Aranda/Lasch o IwamotoScott. Precisamente Palm Court, el oasis de las horas, es un área que destaca por la estructura de cristal azul del arquitecto japonés Sou Fujimoto, su primer proyecto en Estados Unidos. Este entorno ha contagiado a las firmas la pasión por hacer proyectos creativos en sus boutiques. Por ejemplo, el artista francés Mr. Brainwash intervino Hublot Gallery cuando lanzó una pieza con la marca relojera. Panerai contrató a la española Patricia Urquiola para diseñar su boutique, que cuenta con un área para exposiciones. Tiffany & Co. incluye obras de artistas como David Altmejd, Michele Oka Doner y Richard Louderback; el interior es un homenaje al estilo art déco de los edificios de Miami.
Las firmas relojeras que han inaugurado boutiques en Miami Design District creen en el proyecto casi con fe ciega. El CEO de Panerai, Angelo Bonati, comentó: “El continente americano es un mercado clave para nosotros. Miami es centro internacional de arte y diseño, una oportunidad en términos de exposición y de aumento de clientes internacionales”. En Ulysse Nardin, una de las últimas firmas en llegar a Palm Court, están convencidos de su carácter estratégico: “Miami vino a nuestra mente cuando pensamos en una nueva ubicación para una boutique. Miami Design District es conocido como destino para las compras de lujo y la creatividad. Queremos ser parte de ello”, dijo Patrik Hoffmann, presidente de la firma.
Entre otros atractivos, Miami Design District cuenta con el museo City View Garage. Pero además, cada diciembre experimenta una vitalidad inusitada con Art Basel Miami. Por ahora, hay 17 tiendas de alta relojería y 63 de lujo. Este año completarán 100 firmas para compradores de alto nivel adquisitivo. Y cuando el proyecto termine en 2018 habrá unos 200 puntos de venta.
Pero los relojes de alta gama no se concentran solo en esta área. Bal Harbour Shops, el centro comercial que más vende por pie cuadrado (0.09 m2) en Estados Unidos (2,555 dólares en 2014), tiene la segunda boutique de Audemars Piguet más exitosa de ese país después de Nueva York. Además, como dice Xavier Nolot, su director ejecutivo para Norteamérica, Estados Unidos es el segundo mercado más grande para la firma después de Hong Kong. “Miami es el centro comercial de Latinoamérica, por eso surte a nuestros clientes estadounidenses y latinoamericanos. En Estados Unidos sólo tenemos dos tiendas, Nueva York y Bal Harbour, esto habla de lo importante que es Miami para nosotros”, dice Nolot. Ahora tiene un tercer destino: Miami Design District.
Craig Robins reconoce la importancia que ha tenido la inversión de las empresas relojeras para consolidar su proyecto: “Las marcas de relojes de lujo tienen una amplitud y un alcance sin precedentes para la expresión creativa en Miami Design District. Las cualidades funcionales y la belleza de estos objetos atraen a la misma gente que quiere comprar un bolso Hermès o que siente emoción al comprar una obra de arte”.
La resiliencia de Miami es envidiable. Pero también ha ayudado que Florida estimula la inversión extranjera con bajos impuestos para los foráneos que compran y venden inmuebles. Y más. De acuerdo con Bill Johnson, secretario de Comercio de Florida, “se han eliminado más de 4,000 regulaciones burocráticas en los últimos años que permiten a sus residentes disfrutar de una de las tasas de impuestos más bajas del país. Somos un estado business-friendly. Es más fácil empezar y crecer un negocio aquí que en cualquier otro estado de Estados Unidos”. El turismo también ayuda. Por quinto año consecutivo, Florida alcanzó un nuevo récord al recibir en 2015 a más de 105 millones de viajeros. En 2014, Miami atrajo a 14.6 millones de turistas (50.1 % nacionales y 49.9 % internacionales), que gastaron 23 mil millones de dólares, según un informe de Greater Miami Convention and Visitors Bureau.
Texto: Yolanda Ruiz/ Ilustración: Del Hambre/ Fotos: cortesía de las marcas.