Cuando acabe este año, François-Henry Bennahmias acudirá a su despacho por última vez, se despedirá de su equipo y pondrá así fin su carrera como CEO de Audemars Piguet. Será el momento de hacer balance y valorar la trayectoria a cargo de una de las firmas más emblemáticas del sector. Los números están ahí para refrendar su exitosa trayectoria. Pero estamos seguros de que pocos proyectos han sido tan importantes en su carrera como el lanzamiento de la colección Code 11.59 by Audemars Piguet en 2019. Su éxito era, en pocas palabras, un asunto personal. Porque, a diferencia del Royal Oak o el Offshore, Code 11.59 fue desarrollado bajo el mando de Bennahmias en su totalidad.
Surgió de la necesidad de evolucionar una línea como Jules Audemars. Pero, lo que podía haber sido un simple parche generacional, se transformó en un proyecto conceptual de transformación de la relojería clásica desde una visión propia. Sin ataduras con el pasado, en pleno siglo XXI. No todo el mundo supo verlo así desde el principio.
Ambición y polémica
Bennahmias siempre ha explicado que Code 11.59 es mucho más de lo que la gente vio en un principio. Quien haya tenido la oportunidad de hablar alguna vez con el directivo, ya sabrá que es una persona que no elude la polémica. Como una vez apuntó al autor de estas líneas en el momento de su presentación, el Code 11.59 no era un reloj para todo el mundo. Para él era un cumplido que hubiera gente que lo amara o lo criticara. Lo peor para Bennahmias es que el Code 11.59 hubiera caído en la indiferencia del público.
Desde el principio supimos que era un proyecto ambicioso. La primera tanda que conocimos en 2019 incluía nada menos que seis movimientos diferentes. Entre ellos estaba el muy esperado cronógrafo automático integral. Que el directivo de la firma prefiriera el Code 11.59 en lugar de la emblemática Royal Oak para estrenarlo decía mucho de la apuesta por la nueva colección.
El Code 11.59 era un reloj que, dentro de su aparente clasicismo, era diferente al resto de propuestas del mercado. Poseía una caja modular, con una carrura interna octogonal que apelaba al Royal Oak. Unas asas flotantes que aportaban ligereza al conjunto. El cristal de doble curvatura exponía una carátula lisa y libre de adornos. Sin rastro del guilloché Tapisserie tan característico de la marca, con un realce interno en lugar del bisel. Era, en conjunto, un reloj muy visual, casi etéreo. La influencia de la estética de la electrónica de consumo tenía la misma importancia que la tradición del valle. Era una relojería de un nuevo siglo.
Personalidad en crecimiento
Si nos fijamos con atención, veremos que el primer Code 11.59 era en muchos aspectos exactamente lo opuesto al Royal Oak. El reloj está fabricado en oro, mientras la creación de Gérald Genta hizo su irrupción en 1972 en su acero, algo revolucionario para la época. No había bisel, tampoco guilloché, y el brazalete daba paso a una elegante correa de piel de aligátor. Eran, en definitiva, personalidades complementarias. Cuando ha pasado el tiempo hemos visto que esa mentalidad opuesta era solo una declaración de principios y que el Code 11.59 estaba preparado para adaptar diferentes transformaciones hasta demostrar ser el reloj polivalente y versátil que es en la actualidad.
La primera confirmación la tuvimos en 2020, apenas un año después de su llegada al mercado. Los modelos más simples (cronógrafos y tres agujas) se ampliaron con las primeras versiones bicolor, a la vez que las carátulas cambiaban su aspecto liso original por los acabados degradados, incluyendo colores hasta ahora nunca usados en la colección. El Code 11.59 iba poco a poco definiendo su personalidad.
La mezcla de materiales fue un paso más allá al año siguiente con la llegada de la cerámica, siempre combinada con el oro. El material tecnológico dotaba al reloj de una imagen más moderna y deportiva, detalle al que también contribuyó una nueva generación de correas de caucho texturizado que al final ha ido imponiéndose como la opción favorita de los clientes.
El resurgimiento del Starwheel
Como decíamos antes, el Code 11.59 siempre ha destacado por la oferta de movimientos. A los mencionados tres agujas y cronógrafo, en la primera entrega de 2019 ya tuvimos ocasión de disfrutar de una versión calendario perpetuo, tourbillon volante automático, tourbillon manual esqueleto y un repetición de minutos Supersonnerie. No está nada mal para un reloj que acaba de iniciar su andadura.
La oferta de movimientos ha crecido poco a poco desde entonces. En 2020 hizo su estreno el Tourbillon Volante Cronógrafo Automático y su calibre 2952, todo ello fruto de la enorme inversión en nuevas maquinarias que había realizado Audemars Piguet con motivo del lanzamiento de Code 11.59.
El año pasado, después de una preciosa, aunque muy exclusiva versión Grande Sonnerie, la manufactura dio la campanada con la llegada de la versión Starwheel. Toda una sorpresa para los amantes de Audermas Piguet, los cuales recordaban estos míticos mecanismos que comercializó la firma en las décadas de 1990 y 2000, pero que había desaparecido de su catálogo en los últimos años debido a la falta de un adecuado soporte para desarrollarlos. Una carencia que venía a ser subsanada por el Code 11.59. No nos extrañaría nada que muchos de los aficionados comenzaran a mostrar un genuino interés por una colección a la que apenas habían prestado atención hasta entonces. Un punto más para el Code 11.59
2023, el año de la explosión definitiva
Pero lo mejor estaba aún por llegar. Audemars Piguet ha aprovechado los primeros compases del año para presentar sus novedades del primer semestre. Aunque Royal Oak y Royal Oak Offshore han tenido su justa atención, es evidente que ha sido la colección Code 11.59 la que ha acaparado un mayor número de primicias tanto en cantidad como el interés mecánico. 2023 representa el año del despegue definitivo del Code 11.59 by Audemars Piguet. Es el momento en el que la colección ha sido capaz de demostrar todo su potencial técnico y estético. Aquellos que sus detractores no supieron vislumbrar cuando vio la luz hace ahora cuatro años.
La nueva era de la Gran Complicación
El plato fuerte de esta primera remesa de novedades del año lo representa el Ultracomplicación Universelle (RD#4). En Tiempo de Relojes ya hemos hablado y analizado con detenimiento esta espectacular creación, identificada por ser el reloj de pulsera más complicado jamás fabricado por Audemars Piguet. El Code 11.59 Ultracomplicación Universelle suma hasta cuatro familias de complicaciones (sonería, cronógrafo, calendario, tourbillon), con todas las funciones tratadas desde un punto de vista muy exclusivo, incluyendo varias innovaciones nunca aplicadas hasta la fecha.
El Code 11.59 Ultracomplicación Universelle tiene una carga simbólica que no conviene perder de vista. Si antes nos referíamos a la crucial decisión de Audemars Piguet de estrenar su movimiento cronógrafo integrado (la familia 4400) con el lanzamiento del Code 11.59, esta preferencia por la nueva colección vuelve a ser palpable en la elección del Code 11.59 Ultracomplicación Universelle como reloj emblema de Audemars Piguet, un puesto hasta ahora ocupado por el Royal Oak Gran Complicación. Todo un ejercicio de sucesión en el trono.
La mecánica como espectáculo
El Ultracomplicación Universelle no ha sido la única novedad técnica del Code 11.59 en el campo de complicaciones de alto nivel. La oferta se ha completado con dos modelos pertenecientes al siempre exigente segmento de la sonería. El primero es el nuevo Repetición de Minutos Supersonnerie, el cual viene a sustituir a la versión en oro blanco y carátula azul degradada que descubrimos en los inicios de la colección.
Sin cambios técnicos aparentes, la diferencia principal estriba en la elección de una carátula de zafiro ahumado. Es la primera vez que los diseñadores de la casa optan por esta solución, una variante de la tradicional disposición descubierta, aunque con la ventaja de ofrecer una mejor legibilidad y, de paso, una imagen más discreta.
Gran sonería en tres versiones únicas
Una discreción que desaparece en el nuevo Grande Sonnerie Carillon Supersonnerie. Después de las versiones realizadas en colaboración con la esmaltadora Anita Porchet, en la sede de Le Brassus se decantan ahora por un acabado completamente desnudo para uno de sus calibres estrella. El 2956 representa una evolución de la familia 2890 desarrollada por Audemars Piguet en los años noventa, con el añadido de la tecnología Supersonnerie, la cual aporta a las sonerías de la manufactura un volumen excepcional gracias a su exclusivo dispositivo de resonancia.
El 2956 posee una arquitectura mucho más clásica que el resto de los movimientos esqueleto del Code 11.56, y esto se nota en la apariencia de la pieza. No obstante, sus responsables han querido dotar de un mayor color a las creaciones y han adaptado el acabado de los movimientos al material de fabricación de las cajas. De este modo, la carrura de oro amarillo, rosa o blanco encuentra un eficaz equilibrio en la terminación del mecanismo, siempre a juego y sin crear contrastes estridentes.
Tanto los tres Grande Sonnerie Carillon Supersonnerie como el mencionado repetición de minutos incorporan una carrura fabricada en cerámica negra, algo hasta inédito en las piezas de sonería de la colección.
Como detalle curioso, los tres Grande Sonnerie Carillon Supersonnerie presentados son piezas únicas, por lo que mucho nos tememos que ya hayan encontrado acomodo entre las manos de algún afortunado coleccionista.
El rostro de piedra
Como ya ocurría con el Repetición de Minutos Supersonnerie, el Tourbillon Volante Automático es otra de las referencias introducidas en los inicios de la colección Code 11.59 que ha incorporado novedades para este año. En esta ocasión se trata de una variante de oro rosa y cerámica negra con la carátula de aventurina verde.
Es material de aspecto mineral, aunque de origen artificial, ha aumentado su presencia en la relojería de manera exponencial en los últimos tiempos. Audemars Piguet es una de las “culpables” de su éxito. Hasta hace poco, el Tourbillon Volante Automático, cuyo movimiento 2950 fue estrenado por Code 11.59 en 2019, estaba disponible con la carátula de aventurina en azul o negro. La oferta se amplía ahora con la opción verde.
Aunque quizás sea la versión de ónice negro que conocimos el año pasado la variante más espectacular que Audemars Piguet nos ha regalado del Tourbillon Volante Automático hasta la fecha. Este modelo supone una vuelta de tuerca al concepto de tradicional de los relojes tourbillon, con una carátula limpia de cualquier adorno o indicación, con la excepción del logotipo en relieve (todo muy simbólico). La carátula, realizada por la firma Someco de La Chaux-de-Fonds, luce espectacular con su brillante acabado natural. La presencia del realce en el diseño del Code 11.59 permite incorporar una mínima escala de minutos para que el reloj no pierda su funcionalidad. ¿Sería posible hacer algo así en el Royal Oak? Sería interesante verlo, aunque no lo vemos muy probable.