> Hublot es una marca relativamente joven, pero parece una firma centenaria, ¿cómo se logra ese nivel de visibilidad y reconocimiento?
El año próximo hará 20 años que creamos el Big Bang. Antes, de 1980 a 2004, Hublot era una marca bonita, pero de nicho. Después, hemos reposicionado la marca en alta gama. Si queremos ser una referencia en esta industria, tenemos que facturar y producir más, pero tenemos que ser una manufactura. Antes nuestros calibres eran de cuarzo, luego pasamos a mecánicos, y hemos trabajado sobre la manufactura y también los materiales, como la cerámica o el zafiro. Sin embargo, a nivel de movimientos, es más complicado crearlos. Crear un calibre desde la nada toma de 6 a 8 años. El calibre UNICO fue el primer movimiento que creamos y después las complicaciones, que es otro tipo de desarrollo. Ahí estamos bien y las hacemos nosotros, pero solo el 30% de nuestra producción es movimientos in house. Todavía compramos el 70%. Hoy estamos a un nivel, pero todavía tenemos que trabajar sobre la elevación de la marca. Y estamos construyendo una manufactura para verticalizar, pasar del 30% al 80% o el 85%. Esto no se hará mañana, pero sí en un plazo de 10 años.
> El mundo de la relojería se ha abierto mucho a otros universos, pero ¿sigue estando el valor sobre la mecánica? ¿Qué otro valor aporta a sus desarrollos?
Sí, pero nosotros queremos ser un poco diferentes e ir más allá. Con el cronógrafo UNICO hicimos un mecanismo con carátula esqueletada. Nuestra idea es que el movimiento tiene que ser parte también del diseño del reloj. Queremos reinventar la mecánica a través del movimiento.
> Es el caso del nuevo modelo MP-10 Tourbillon Weight System.
En este tipo de piezas de alta gama o con tourbillon, contamos con un departamento especializado que se dedica a ello. Hemos visto que en relojes de 100,000 dólares o más hay una demanda fuerte. Otras marcas tradicionales también hacen repetidores de minutos, tourbillones, calendarios perpetuos, pero todo tradicional. Y está bien, porque la tradición es buena también. Pero si yo hago un repetidor de minutos tradicional, ¿por qué vas a comprar un Hublot? Te compras un Patek Philippe o un Vacheron Constantin, que lo hacen muy bien desde hace muchos años. Entonces, nosotros tenemos que reinventar la mecánica y lanzar productos así, que lo puedes querer o no, pero si lo amas… Estas piezas no existen en otra marca. Ya hemos reinventado el automático con masas lineales y el tourbillon. La vocación de Hublot es innovar a nivel de diseño, mecánica y materiales. Tenemos un gran potencial sobre estos productos.
> ¿Hay alguna complicación relojera que se pueda reinventar?
Como he mencionado, se toman entre cinco o seis años de desarrollo para esto. Y no puedo hacer diez calibres a la vez. Por ejemplo, pensamos en hacer la repetición de minutos de un modo diferente y se está haciendo un trabajo minucioso desde hace tres o cuatro años. Tal vez en dos o tres años vendré con un calendario perpetuo. Tenemos un proyecto que es muy complicado porque estamos con un movimiento de 700 componentes y no es fácil hacerlo funcionar.
> Son maestros en la experimentación del zafiro de colores. ¿Siguen encontrando demanda en el mercado?
Hemos hecho la cerámica roja. Llevar un reloj todo rojo no es fácil, pero hay consumidores que ya tienen todo, 30 o 50 relojes, y quieren algo diferente. Seguro no lo lleva todos los días, como el amarillo, pero lo usa. No hay en otras marcas un rojo tan vívido, no existe. Ahora sacamos la cerámica naranja. Y en el zafiro, las grandes firmas no lo hacen porque es un material frágil, se puede romper. Y una casa relojera tradicional no puede llevar ese ritmo. Somos líderes también en el zafiro.
> El lema del arte de la fusión va en ese sentido de romper con lo que ya existe. Y el trabajo de sus embajadores no es solo ponerse el reloj, sino que participan en el proceso de creación de las piezas.
Todo tiene que ver con la idea de tener una industria relojera abierta. Hoy en día, un reloj mecánico ya no es un objeto utilitario para dar la hora, es un objeto de arte y de arte relojero. Pensamos que podríamos también hacer esa fusión entre nuestro arte relojero y Samuel Ross, Murakami, con el tattoo o con Richard Orlinski. Eso trae algo diferente y vemos que los consumidores quieren eso. Con Murakami hemos hecho una pieza de muy alta gama y hemos tenido un éxito tremendo. Podría haber hecho muchas más piezas, pero hay que renovarse y, por eso, estamos trabajando sobre nuevas ideas y artistas.
Con esa fusión hemos incorporado también algo diferente al hacer participar a los artistas en el diseño. Pero lo hacemos a nivel interno de producción de la pieza. Por ejemplo, si en estas alianzas con artistas se toca el movimiento, que es lo más complicado, porque necesita de tres o cuatro años de desarrollo, todo tiene un proceso. Como el tourbillon central de Murakami, algo que él quería incluir en el reloj. Es un trabajo con nuestros equipos, que también son grandes artistas, y el equipo de Murakami, por ejemplo, que son 50 personas en su atelier de Japón.
> Vemos el mercado este año más conservador o tranquilo. Muchas piezas de oro, menos novedades, aunque siguen apostando por los zafiros y la cerámica a color.
Tenemos las talking-pieces, pero también un Classic Fusion de 29 mm que no es una innovación increíble, pero es muy comercial. Vemos que para mujeres vendemos 30%, no sé si en México es la misma cifra, pero en general vemos que hay una tendencia de relojes pequeños, como el de 33 mm en movimiento de cuarzo, y lo hemos hecho porque es una oportunidad más comercial. Por ejemplo, en Medio Oriente, tenemos el 40% de mujeres como clientas, hablamos de relojes pequeños. Me han pedido miles de relojes que podemos hacer y son más o menos fáciles de producir, más fácil que un UNICO o una complicación.
> Hace unos años llegaban consumidores de la industria tecnológica, jóvenes, ahora también el mercado femenino. ¿Cómo van trabajando con el cambio de generación?
Haremos 20 años del modelo Big Bang y los que lo compraron entonces, si tenían 25 años, ahora tienen 45. Tengo que conquistar de nuevo a los compradores de 25 años. Lo hacemos siempre y eso también cambia el sentido de valor percibido. Por ejemplo, ellos miran a los influencers, los geeks, y tenemos que responder a eso con el ángulo de manufactura, aunque también con Kylian Mbappé, que habla a los jóvenes, que quiere ser más que un futbolista. Y si ahora va a un club internacional, es excelente para nosotros.
> Este año viene la Eurocopa de futbol.
Cuando nos asociamos con el futbol hace 16 años fue una revolución. Fue muy importante porque la marca era conocida, pero al mismo nivel de otras casas relojeras. Necesitábamos brand awareness y el futbol nos da eso. Somos la única marca en el futbol. Si vas al tenis o al golf, ahí existe una competencia muy fuerte. Pero la idea de asociarnos con este deporte ha sido increíble para Hublot y queremos mantener esta alianza. Y cuesta mucho dinero.
> Tras llegar a México con la nueva oficina, ¿cómo va el mercado local y en la región?
Va bien, somos fuertes. Rick de la Croix, que es amigo mío, hizo un trabajo muy bueno. Hasta cierto punto, es normal verticalizar y lo hemos hecho no solo en México, sino también en Corea, Alemania, España. Tenemos una base de marca fuerte y como marca, para crear una filial, pensamos mucho en la calidad, no solo en la rentabilidad. Los resultados son increíbles y vamos a desarrollar mucho más todavía. Abriremos una boutique sobre Presidente Masaryk con Berger, sobre la calle, es un statement fuerte. Tenemos boutique en Guadalajara y en Monterrey con Emwa. Emwa y Berger son nuestros dos principales partners en México. Son retailers fuertes, nos quedamos con ellos. En China, por ejemplo, somos solo nosotros porque no hay minoristas con ese nivel de calidad.
> Ustedes son más flexibles en su cadena de ventas, no de los que piensan únicamente en sus puntos de venta.
Debemos tener ese equilibrio con retailers de un 50-50 o 50-60 en los próximos 10 años y queremos ser una marca abierta, no que sea difícil llamarnos para tener una cita. Queremos que los jóvenes entren en nuestras boutiques, gente que igual no puede comprar, pero puede entrar a nuestra tienda y soñar un poco sobre un producto, que igual no se sabe si en cinco o 10 años lo comprará.
> ¿Y el e-commerce realmente tiene una limitación natural, no crece mucho?
Estados Unidos es el país del e-commerce y sé que fashion brands del grupo LVMH tienen hasta un 15 o 20% de las ventas, pero sobre productos de 500 o 1,000 dólares, que es como el límite. TAG Heuer, por ejemplo, sí vende muy bien con productos de 2,000 dólares. Para nosotros, de 10,000 a 15,000 dólares es más complicado, y hoy en día es el 1 o.2% de nuestras ventas mundiales. Pero existimos y queremos a veces contactar con el cliente o el prospecto a través del universo digital, aunque la venta se hace físicamente. Es el trabajo omnicanal porque tenemos un millón de personas que visitan nuestro sitio, que las podemos captar. No para vender, pero sí atraerlas a una boutique. Tenemos un centro de servicio al cliente con un chat donde la gente llama y cada mes vendemos relojes. Son diferentes puertas para llevar el producto al cliente.
> ¿Cómo ves el mercado para este año?
Hemos vivido dos años increíbles tras el Covid-19. El 2019 fue nuestro año récord antes de la pandemia. En el 2022 igual era demasiado loco y cuando estás arriba, a veces tienes que bajar un poquito. Pero estamos sobre números que son todavía al nivel de los dos o tres años récord, quizás un poco más bajos. Todos los productos de lujo, no solo la relojería, están sufriendo un poco porque si miramos lo que está pasando en el mundo, con las guerras… El lujo es una cuestión de mentalidad, de mood positivo, porque no necesitas un reloj, no necesitas una bolsa. Pero estamos sobre números optimistas.