La influencia del sol naciente

Se trata de una de las islas con mayor influencia en Occidente y no es el Reino Unido, que goza un poder similar en la cultura pop global comprensible dada su geografía. Lo que sucede con Japón es extraordinario, ya que ni su historia ni sus tradiciones se asemejan a la vida occidental, sin embargo, la fascinan y permean.

Renato Rivera, profesor de la Universidad de Meji, declaró para el diario japonés International Press que el secreto del éxito nipón en el orbe se debe al “cuidadoso equilibrio entre la sensibilidad de los extranjeros y la de los japoneses”, quienes han modificado sus productos mediáticos para hacerlos accesibles a todo tipo de público, eliminando situaciones que podrían resultar “ambiguas” en Occidente y generando así un punto de encuentro entre culturas disímiles.

En The Spectator, el blogger de entretenimiento Peter Hoskin apunta que esa es, en efecto, la clave de nuestro amor por Japón: desde hace 30 o 40 años (dependiendo del país) los niños crecen viendo en televisión la estética y narrativa de ese lugar distante que de pronto se siente cerca gracias a Astroboy, Mazinger Z, Sailor Moon, Remi, Dragon Ball, Los caballeros del zodiaco, Pokémon y decenas de títulos más…

No se concibe la infancia y adolescencia de al menos un par de generaciones occidentales sin el drama, la acción y la fantasía de estas caricaturas; y ya no se mencione la palabra “Nintendo”, la consola de videojuegos que lo cambió todo en temas de entretenimiento casero en los años 80 del siglo pasado.

Los japoneses nos conquistaron con sus historias contenedoras de emociones que en las narrativas americanas son imposible encontrar. Están además las figuras estilizadas de ojos gigantes, las expresiones exageradas, las “Lolitas”, los físicos que —es intrigante— nada tienen que ver con cómo luce la gente japonesa.

Luego, en la edad adulta, quienes crecieron en ese extraño y fascinante mundo, ahora cazan con el celular cuanto Pokemón encuentran y llenan los museos para ver la obra de artistas cuyos nombres antes ni se escuchaban, como la ahora hipercélebre Yayoi Kusama. Hoy, en los previos de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que se presumen ya como uno de los eventos que marcarán el Siglo XXI tan solo con su legado arquitectónico y tecnológico, avivan la llama de la fiebre japonesa que, más que moda, es fascinación crónica.

Relojes

G-SHOCK MR-G G2000GA

Famoso por venderse como “el reloj más resistente del mundo”, este modelo de ya 35 años de edad es todo un ícono de la cultura pop. Altamente deseado por los jóvenes de los años 80 y 90 debido a sus colores nunca antes vistos en la relojería, hoy vive un revival en el que se muestra más maduro y adaptado a nuestros tiempos: tiene tecnología bluetooth y nuevos materiales como el Triple G Resist y el Carbon Core Guard.

Citezen Sattellite Wave GPS 30 aniversario Edición Limitada

Es una de las máximas demostraciones de la perfección relojera que buscan los japoneses. Tiene tecnología Eco-Drive para cargar energía con luz solar y el gps que lo convirtió en el primer reloj del mundo con conexión satelital. Tras tres décadas, este modelo es uno de los más complejos a nivel técnico y, este en especial, destaca por evocar la cabina de controles de un avión, de ahí sus múltiples escalas y funciones.

Orient Star Contemporary Modern Skeleton

Más sobrio que los anteriores, es un reloj ideal para deambular entre lo casual y lo formal gracias a su caja de acero que puede llevarse con correa de cuero o con brazalete metálico. Se le puede dar cuerda manualmente o dejar que se cargue de manera automática para completar sus 40 horas de reserva de marcha. Por supuesto destaca su estructura esqueleto que permite disfrutar de su corazón mecánico

 

Moda

Si bien Rei Kawakubo con su Comme des Garçons es la máxima figura de la moda japonesa, hay más diseñadores que merecen atención y que han crecido bajo su resguardo en su boutique Dover Street Market. Entre ellos está su pupilo favorito Yohji Yamamoto quien, además de sus colecciones personales, hace colaboraciones con firmas como la alemana Adidas, donde está a cargo de la línea Y-3 que se caracteriza por su espíritu urbano sin etiquetas de género.

Kenzō Takada, Otoño-Invierno 2019. Yohji Yamamoto, Otoño-Invierno 2019.

Su hija, Limi Feu, también decidió dedicarse al mundo de la moda y lo ha hecho con éxito combinando lo aprendido con su padre y Kawakubo con la alta costura europea moderna. Otros nombres relevantes y cada vez más reconocidos en este lado del mundo son Junya Watanabe y los ya muy famosos Issey Miyake y Kenzō Takada, quienes consiguieron acercarse de manera íntima al mercado latinoamericano por medio de prendas, pero sobre todo con fragancias.

Issey Miyake Otoño-Invierno 2019. Junya Watanabe Otoño-Invierno 2019.

Una ola más joven la traen las bandas de J-pop, un género musical que no ha dejado de causar furor desde los años 90 y que permite ver en sus agrupaciones la moda callejera japonesa que va de la sobriedad sexy de los uniformes de colegiales, hasta las creaciones fantásticas a modo de disfraz de los otaku, tribu urbana que viste cotidianamente como los personajes de los mangas y animés.

Literatura

La prosa japonesa parece estar siempre ligada a la poesía, quizá por influencia de sus haikus basados en la emoción de la contemplación. Entre sus exponentes destacados están Ryū Murakami —sin parentesco con el best seller Haruki Murakami—, quien tiene afición por la sordidez como muestra su novela Coin Locker Babies (1980) en la que habla de violencia infantil; la prosa de Yasunari Kawabata, un clásico nipón que mereció un Nobel en 1968 y que escribió obras bellísimas como Lo bello y lo triste (1977).

El humor satírico de principios del siglo XX presentado por Natsume Sōseki en Soy un gato (1905) y la crudeza de Kenzaburō Ōe, segundo Nobel de literatura japonés (1994) que sorprende con novelas durísimas como Una cuestión personal (1964).

    

Arte contemporáneo 

El nombre más popular en este rubro es sin duda el de Yayoi Kusama, cuyas exhibiciones siempre presentan llenos absolutos en los museos. Otros artistas célebres son Takashi Murakami —quien ganó fama en Occidente gracias a sus colaboraciones con marcas como Louis Vuitton—, Yoshitomo Nara, quien hace un lúdico art pop que navega entre lo belicoso y lo naïve.

New day: Kaikai and Kiki, Faces All-Over, Takashi Murakami.

Recientemente resuena el nombre de Tetsuya Ishida, quien se suicidó en 2005 a los 32 años y cuya obra crítica con el sistema económico recién comienza a reconocerse a lo grande: tan solo este año se expuso una retrospectiva de una década de su trabajo en el Museo Reina Sofía de Madrid.

Sin título. Tetsuya Ishida.

Cine

Se ve poco en las salas latinas, pero ganó terreno gracias a películas infantiles como El viaje de Chihiro (primer animé en ganar un Óscar) producida por el célebre estudio Ghibli. En cuanto al cine de arte, el mayor referente es Akira Kurosawa, quien dejó como legado obras maestras como Los siete samuráis .

El viaje de Chihiro, 2003.

En un tono más actual, tuvo gran relevancia la cinta Shoplifters, de Hirokazu Koreeda, nominada al Óscar a Mejor Película Extranjera de 2018, donde fue injustamente vencida por Roma, de Alfonso Cuarón, que no se acerca en absoluto a la perfección narrativa de Koreeda, quien desarrolló un sorprendente drama familiar que revela las dificultades de la vida de la clase baja japonesa.

Shoplifters (Un asunto de familia), 2018.
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