El Rally Maya México 2025, una travesía inolvidable

Rally Maya México (RMM11), el encuentro de la pasión por los autos clásicos y la alta relojería de Franck Muller en un recorrido de cultura y compromiso social.

En apenas instantes, la Ciudad de México quedó atrás. Y desde la ventanilla del avión, la vista de la península ya anunciaba lo que estaba por venir. Carreteras serpenteantes rodeadas de verde, ruinas ancestrales y la promesa de días intensos. Además, calor. El clima quintanarroense nos recibió con su abrazo inconfundible. Una metáfora perfecta del ambiente de este evento en el que, desde el primer momento, se percibe calidez.

Amigos y colegas se reencuentran, conversan sobre relojes y autos, comparten anécdotas de otras ediciones y su emoción por lo que esperan de la undécima edición del Rally Maya México (RMM11). Hay en todo esto una interesante mezcla de nostalgia, adrenalina y la expectativa de un viaje que trasciende la carretera. Porque este no es solo un rally. Este evento, que ya es una tradición de la región, es un homenaje a la historia automotriz, una celebración de la cultura maya y también un generador de transformación social.

El inicio de la ruta

Tulum se vistió de gala para convertirse en la sede oficial de arranque del Rally Maya México 2025. Uno de los eventos más emblemáticos del sureste mexicano. Empresarios, pilotos y aficionados al automovilismo clásico se dieron cita en el Tulum Country Club, punto de partida de una ruta que recorrería más de mil kilómetros. “El Rally Maya México no es solo una competencia, es una plataforma que impulsa el turismo, la economía y la filantropía en la región”, dijo Rodrigo Villanueva Aguirre, el nuevo presidente del rally durante el banderazo de salida.

Ahí mismo destacó el valor de este evento que va más allá de lo deportivo. Recordemos que, desde su fundación en 2013, el Rally Maya México ha recorrido más de 10,800 kilómetros, visitado 340 poblaciones y generado una derrama económica superior a los 200 millones de pesos. Además, ha mantenido un compromiso social constante donando sillas de ruedas, bicicletas y aparatos auditivos a comunidades vulnerables, generando un importante impacto positivo en todas ellas.

Arrancar con estilo

Para empezar la competencia con máxima motivación, el rally convirtió al Tulum Country Club en el escenario de dos eventos clave. Primero, el tradicional Torneo de Golf RMM, celebrado en el prestigioso PGA Riviera Maya, diseñado por Robert Trent Jones II. Un campo rodeado de selva, cenotes y lagos considerado uno de los mejores del país por la PGA of America y en el que, esta vez, el torneo tuvo un significado especial, ya que los campeones, Emiliano y Oliver Troop, destinaron su premio como una contribución a VIFAC, asociación que apoya a mujeres en situación vulnerable.

Con esa inspiración y la emoción a tope, los participantes volvieron a encontrarse al caer la noche, en un cambio total de atmósfera para atestiguar el ya famoso Concurso de Elegancia que, patrocinado por Franck Muller, premia a los autos mejor conservados y restaurados. Tres joyas se llevaron los máximos honores: un Monteverdi 1973 verde, propiedad de Carlos y Nicolás Peralta; un Ford T 1925 rojo, de Jorge Esteves y Alfredo González; y un Datsun ZX 280 1980, de Andrés Tort y Sergio Reyes. Tres autos con historias que van desde la innovación industrial del Ford T hasta la que conlleva la exclusividad de un Monteverdi, cuyo número de ejemplares en el mundo es sumamente limitado.

Primeras rutas: la historia sobre ruedas

Al día siguiente llegó el momento que todos esperaban. El 30 de marzo, al amanecer, los motores cobraron vida. El banderazo de salida marcó el inicio del recorrido hacia Felipe Carrillo Puerto, un punto clave en la historia de la región, vinculado a la resistencia de la cultura maya. A medida que los autos avanzaban por la carretera, los habitantes del pueblo se congregaban a los costados, admirando el espectáculo rodante.

Al llegar al destino, los participantes del rally tuvieron la oportunidad de descansar y de experimentar la calidez y hospitalidad de la gente de Felipe Carrillo Puerto. Allí, los autos, estacionados en las calles principales, fueron un punto de reunión para locales que se acercaban para admirarlos, tomarles fotos y escuchar sus historias. Todo mientras se disfrutaba un ambiente festivo en el que pudimos escuchar a los artistas de la zona interpretar canciones en maya que nos recordaban la belleza de nuestra propia cultura.

Compromiso social

No es sencillo despedirse de estas escalas, pero el viaje tenía que continuar. Esta vez con dirección a Bacalar, una joya de la península. Zona famosa por contener una laguna que, aunque homónima, es más conocida como “la laguna de los siete colores”. Sin duda, un escenario espectacular para que el rally cumpliera uno de sus propósitos: entregar las donaciones recaudadas a organizaciones locales. Además, donaron sillas de ruedas y bicicletas. Todo gracias al apoyo de fundaciones como Alejo Peralta y Telmex-Telcel.

Después de una emotiva ceremonia en la que se reafirmó el compromiso social del Rally Maya México, todos pudieron disfrutar de un almuerzo con vistas a la laguna. Así recargaron energía para llegar a Chetumal, la capital de Quintana Roo. Ahí culminó la primera etapa. Ver a los autos detenerse frente al Obelisco a la Bandera en el puerto se convirtió en una postal imponente. Una imagen que proyectaba la esencia de este evento en una combinación de historia, cultura y el rugir de motores clásicos.

La riqueza de la península

Este año, el rally llevó a sus participantes de Tulum a Mérida, pasando por Chetumal, Bacalar, Champotón, Campeche y Sotuta de Peón. Una travesía que, además de ser un desafío sobre ruedas, es una experiencia cultural. Un trayecto que exalta el patrimonio natural y arquitectónico de la región para los pilotos nacionales e internacionales. En total, un museo rodante con sus 75 autos clásicos que participaron en tres categorías.

En ese contexto de lujo y tradición, Franck Muller —patrocinador principal del Rally Maya México por octavo año consecutivo— presentó los relojes conmemorativos para el evento 2025. Una edición limitada a 25 piezas, que destacan el vínculo entre la relojería y la pasión por los autos clásicos. Hay tres versiones: un cronógrafo con caja Curvex de acero (10 piezas), un declinación con caja de acero de 36 mm con funciones de horas y minutos (10 ejemplares) y la opción de mujer en una caja de acero de 33 mm (5 unidades). Cada reloj lleva el logotipo del Rally Maya México, que representa el viaje místico de Kukulkán, la serpiente emplumada.

Además, haciendo honor al espíritu de esta competencia, Franck Muller destinó un porcentaje de las ventas de esta colección a diversas causas altruistas. Como la de la Fundación Vida y Familia, A C., que apoya a mujeres embarazadas en situaciones vulnerables. También a otros proyectos que ayudan a niños y jóvenes diagnosticados con cáncer, autismo y síndrome de Down.

El final de la travesía

El 4 de abril, la competencia terminó en Mérida, Yucatán. Allí se celebró la cena de clausura y se entregó el prestigioso galardón Corazón Maya a los ganadores absolutos. Jorge Luis Machuca y Estela Rascón, quienes compitieron a bordo del Porsche 911 Targa de 1978 rotulado con el número 52. Un logro que, cabe recordar, no es una competencia de velocidad sino una prueba de regularidad. En estos trayectos la clave es la precisión, ya que los equipos deben mantener tiempos exactos y evitar penalizaciones.

Una competencia de estrategia y control que además de ser un desafío automotriz, es un espacio de encuentro para coleccionistas de autos clásicos de todo el mundo. Una comunidad de personas que celebran la historia, el tiempo y el privilegio de poder hacer de su pasión una herramienta para mejorar el presente de quienes solo necesitan un poco de apoyo para construir un mejor futuro.

FOTOS: Carlos Canal.

Carlos Canal

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