Royal Oak, así se gestó la leyenda de un mito

El Royal Oak irrumpió en 1972 para marcar el inicio de la era moderna de la relojería. A partir de ahí todo cambió. Estos son los factores que forjaron el mito.

El 10 de abril de 1970 el Apollo 13 partió de Cabo Kennedy y Paul McCartney anunciaba la ruptura definitiva de los Beatles. En la vida y en el tiempo todo son ciclos y el mundo relojero cerraba una era. La llegada a la Luna meses antes, la irrupción de los primeros cronógrafos automáticos y, ante todo, la amenaza del progreso tecnológico del cuarzo. Las condiciones eran perfectas para pensar de otra forma y un acontecimiento de gran trascendencia se empezaba a fraguar, el Royal Oak.

 Un día antes del inicio de la Feria de Basilea, Georges Golay, director de Audemars Piguet, se reunía por primera vez con sus tres nuevos agentes: Carlo de Marchi, de Italomega en Turín, Charles Bauty, de Gameo en Lausana, y Charles Dodot, de Brandt Frères, en París. Los tres mosqueteros de la distribución de la relojería suiza de entonces. En Le Brassus, sede de la histórica firma, corrían aires de cambio.

El origen del mito

Un año antes se había firmado un acuerdo con el gigante Société Suisse pour l’Industrie Horlogère (SSIH), que controlaba 20 marcas de perfil comercial como Omega y Tissot, 160 agentes y llegaba a 15,000 joyeros. Golay, un nativo de la Vallée de Joux y el primer jefe que no pertenecía a las dos familias fundadoras, había demostrado ser un hombre audaz desde su llegada a la casa en 1945. Tras varios años de crecimiento en las ventas, buscaba ensanchar horizontes. La gran casa apenas creaba 5,500 relojes al año de alto valor.

En la feria, los tres agentes retaron a Golay a crear un AP para los nuevos tiempos. Los 70 habían empezado con agitaciones en lo cultural, social, político y financiero, el oro había dejado de ser el patrón de referencia del dólar y la revolución del cuarzo amenazaba la gran tradición mecánica que durante más de un siglo defendían los relojeros de Le Brassus. Según cuenta la detallada investigación del departamento de Heritage de Audemars Piguet en “Birth of an Icon”, los tres agentes le pidieron a Georges Golay un reloj de acero deportivo con estilo para ser producido en mayores cantidades de las habituales para una marca de alta relojería.

Gérald Genta

Ese mismo día 10, el director de AP llamó a Gérald Genta a las 4 pm. Una llamada que el diseñador, todavía desconocido, recordaría el resto de su vida. “Mr. Genta, tenemos una nueva compañía de distribución que nos ha pedido un reloj deportivo de acero que nunca haya sido hecho antes y necesito el boceto para mañana en la mañana”. Genta recordaría años después que entendió incorrectamente que le había solicitado un reloj inédito resistente al agua.

Inspiración de la infancia

El diseñador recordaba que de niño vio cómo ajustaban el casco a un buzo en el Pont de la Machine de Ginebra y quedó impresionado de los ocho pernos y los sellos de caucho protectores. Y de ahí le vino la idea de proteger un movimiento fino de manufactura dentro de una caja que recordara el casco del buzo.

La relación del que a posteriori fuera considerado el maestro del diseño relojero contemporáneo había iniciado con AP como freelance en los 50 y se fue intensificando hasta formar un tándem con Georges Golay. Los dos eran audaces y ninguno estaba hecho para seguir repitiendo los patrones de siempre. No era casualidad que ambos usaran un AP modelo 5233 —el ‘Barra-de-Jabón-Usada’— clásico, plano pero inconformista, y con mucho estilo.

Modelo de 1972. La esfera se llamó Bleu Nuit, Nuage 50. Latía con el calibre automático más plano del mundo en esa época.

En 1970, Genta, de origen italiano, tenía 38 años y concebía al reloj como una joya que, además, daba la hora. Había vendido sus diseños como el Pole Route a Universal (1954) o el Constellation a Omega (1959), pero en ese momento los diseñadores de relojes no eran influyentes. En AP se empezó a pensar que hacer más relojes obligaba a repensar también la distribución. La asociación con SSIH no solo ofrecía eso, sino que reducía riesgos en un entorno revuelto y Genta era la mejor opción para pensar en algo nuevo.

Out of the box

En la era de Golay en AP se pensaba fuera de lo ordinario. En los años 20 y 30 sus modelos de mujer ya coqueteaban naturalmente con la moda y modelos como el 5093 —‘Discovolante’— de 1950 firmado por el diseñador alemán Gebhard Duve eran de una modernidad tan fresca que hoy podría seguir funcionando.

La noche del 10 al 11 de abril Gérald Genta tomó un papel de cartón azul y con gouache y lápiz trabajó toda la madrugada para imaginar un reloj y alumbrar la que sería la pieza maestra de toda su carrera, como reconoció más tarde. El guardatiempo, más que un reloj deportivo, fue pensado como una joya sobre el pulso que se pudiera usar debajo de la mancuerna en el puño de la camisa en un gesto dandy con actitud sport.

Como todas las genialidades, tal vez ni el propio autor fue consciente de lo que estaba bocetando. Puso un bisel octogonal redondeado, biselado y ancho para alojar por primera vez en un reloj fino ocho tornillos visibles de acero esquinados con los ángulos del bisel.

Pieza concebida como un diseño completamente integral, deportivo y elegante. Aquí está el principio y origen del código sport-elegant que actualmente predomina en la relojería.

Los tornillos los pintó hexagonales para que no pudieran girar cuando se les apretaba desde abajo. Mostrar tornillos en un bisel en 1972 en un reloj caro era toda una declaración rupturista de intenciones. También lo eran los contrastes entre zonas satinadas a mano tipo espejo y mates como si un joyero buscara los reflejos de la luz sobre su joya. Martin K. Wehrli, ex director del Museo Audemars Piguet, y otros testigos señalaron que, en las oficinas de Ginebra, en el 2 de Rue Vallin, había un objeto, un paquete báscula, de forma octogonal redondeada que pudo perfectamente ser una influencia para Gérald Genta.

Originalidad inesperada

Entre el bisel y la caja se dejaba ver la junta de caucho inédita en un reloj elitista. El diseñador también imaginó un brazalete único con eslabones decrecientes y otros intermedios difíciles de producir. Sobre la carátula añadió manecillas e índices luminiscentes sobre una base azul cobalto con rayos de sol y un patrón con clavos de París y efecto ahumado para evitar reflejos. “Tuve que inventar todo esto en una noche. Fue bastante asombroso”, recordaría años después el propio autor. Todo lo esencial ya estaba en el primer boceto. A Genta, como se vería después en el Nautilus de Patek Philippe (1976), el Ingenieur de IWC (1976), el Bvlgari Bvlgari (1977) o el Mickey Mouse para su firma en los 80, siempre le gustaban los gestos inexplorados.

El 11 de abril, Golay presentó el boceto en Basilea a Carlo de Marchi y sus compañeros, y quedaron sorprendidos. Todo estaba listo para lanzarse a la aventura más arriesgada en la historia de la firma. Genta pidió supervisar la producción del prototipo. Golay propuso al fabricante Favre & Perret por ser especialista en cajas de oro para relojes joya porque podía lograr un brazalete tan desafiante. Nunca había hecho algo en acero y menos una caja monobloque resistente al agua. Por eso los prototipos se hicieron en oro blanco. En ese momento, los reyes del acero eran el Omega Seamaster, el TAG Heuer Monaco, el Jaeger-LeCoultre Polaris y el Rolex Oyster y en AP temían que un modelo de acero podía distorsionar la imagen de la marca. Pero todo seguía su curso.

El mejor creador de carátulas

Genta solicitó en una carta en nombre de la manufactura 1,000 relojes de acero y 100 de oro. Eran cantidades inimaginables para una firma cuyo modelo más reproducido no superaba las diez piezas. Se eligió también a Stern Frères, el mejor creador de carátulas del siglo XX, que acababa de adquirir unas viejas máquinas de guilloché. Genta se decantó por el patrón denominado T21, Tapisserie 21, más tarde rebautizado Petite Tapisserie, con un relieve de cientos de pequeñas pirámides truncadas. La primera carátula del prototipo de 1971 se denominaba Bleu Nuit o N50 que aludía a la pequeña cantidad de tinta de color negro que se aplicaba en la laca líquida sobre la esfera azul cobalto.

Genta se decantó por el patrón denominado T21, Tapisserie 21, más tarde rebautizado Petite Tapisserie, con un relieve de cientos de pequeñas pirámides truncadas. La primera carátula del prototipo se llamó Bleu Nuit.

Para el movimiento se optó por el 2121, el automático más plano del mundo de 3.05 mm de espesor basado en el 2120 con fecha añadida. Lo había creado LeCoultre & Cie y AP lo llevaba usando en otros modelos desde la II Guerra Mundial. Era lo que se dice un verdadero tractor por su energía, precisión y resistencia. El primer modelo producido, el 5271, para el nuevo reloj aún sin nombre, fue el primero en llevar este calibre y desde entonces todos los Royal Oak Jumbo lo han llevado hasta el año 2021. El brazalete, que estaba pensado con 154 componentes, 34 de ellos de diferente tamaño, exigió los mismos desafíos. Se recurrió a Gay Frères de Ginebra, el maestro de los brazaletes de acero de alta producción en esos años para lograrlo.

Royal Oak, un reloj sin nombre

Encontrar el nombre fue toda una odisea y tardó en llegar más de un año y medio después de que el reloj fuera diseñado. Jacques-Louis Audemars lo llamaba Safari, pero también en la fase de producción del prototipo se aludía a él como Excalibur. Hasta el 2 de diciembre de 1971 no aparece la denominación Royal Oak en los archivos del proyecto. Ya era bastante inusual que AP decidiera bautizar, por primera vez, a uno de sus relojes con un nombre de pila en lugar de una referencia. Parece que fue Carlo de Marchi quien ideó el nombre en alusión a los barcos de la Fuerza Naval Real inglesa y porque era un nombre rebosante de influencias históricas con el roble que salvó la vida al rey Carlos II de Inglaterra en la batalla de Cromwell.

Boceto del Royal Oak.

En abril de 1972, Golay presentó a los tres coautores del proyecto el primer prototipo en oro blanco. El distribuidor italiano y el suizo encargaron 400 unidades cada uno y AP decidió producir 1,000 unidades. La primera serie incluía 1,000 piezas en acero. Era la cantidad más grande de un mismo reloj que la firma había hecho en su historia y el desarrollo tomó un año.

Pero Gérald Genta había decidido lanzar su propia marca en 1969 y eso no pareció gustar en Le Brassus. La relación con AP terminó bruscamente cuando el mismo año en que se lanzó el Royal Oak se presentó el primer reloj con la marca Gérald Genta. Era una creación con carátula de oro de 22 k, bisel de madera (¿una alusión al roble?) con 13 tornillos de oro sobre el bisel “A la gloria de Cristóbal Colón”.

Los primeros compradores

Algunas voces internas en AP no confiaban en el éxito de un modelo de acero tan caro (3,300 CHF) cuando un Rolex Submariner costaba un tercio de ese precio. En la directiva de la firma primero se pensó en limitar la producción del nuevo reloj a 1,000 piezas. A finales de 1972, se habían producido 565 relojes que a los detallistas les llevó tres años poder vender. Martin K. Wehrli, responsable de las ventas de la marca en 1972, cuenta que el primer comprador del reloj fue Ron Smith en nombre de Garrard de Londres.

El reloj número 1 con la referencia 67001 se entregó en 1974 a un director de Harry Winston. En Basilea, en el stand 545 del Hall 1, donde tenía Audemars Piguet su espacio de apenas 60 metros cuadrados, por cierto, el mismo espacio que Rolex, Pierre-Alain Blum solicitó un Royal Oak para el nuevo director de Cartier, Alain Dominique Perrin, y el Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlavi, encargó un modelo de oro blanco y varios de acero para su séquito.

Agnelli lo hizo viral

Un día en 1974, Giovanni Agnelli, el patrón de la FIAT, apareció en público en Italia vistiendo un Royal Oak y el reloj cobró de repente popularidad. Hoy, después de medio siglo de agitar para siempre la relojería suiza, el Royal Oak aún cobra mayor dimensión de obra maestra. Su versatilidad rígida pero confortable se ha declinado en infinidad de tamaños, funcionalidades, materiales y géneros y sigue reinando en pleno siglo XXI con más influencia que nunca. Parece que aquella noche del 10 de abril de hace 52 años valió las pena la desvelada de Mr. Genta.

Cinco décadas del Royal Oak

Modelo 5402 (1972). Llevó la haute horlogerie hacia nuevos rumbos gracias a su cuerpo de acero acabado a mano que albergaba el movimiento de carga automática con indicación de fecha más delgado de la época. Así nacía el mito y uno de los relojes más deseados de nuestra época.

Complicaciones (1984). Aunque el primer Royal Oak Calendario Perpetuo (modelo 5554) apareció inicialmente con una caja de acero inoxidable en 1984, muy pronto se reinterpretaría en una versión bicolor de acero inoxidable y oro amarillo de 18 quilates (Referencia 25654SA).

Década de extremos (1997). Llega el primer Royal Oak Tourbillon y cuenta con una ventanilla octogonal a las 6 horas que remite al bisel octogonal del Royal Oak, aquí en oro rosa a juego con la caja de oro rosa. Este espectacular lanzamiento fue una edición limitada de 5 piezas.

Rumbos inesperados (2000). El Tradition d’Excellence N°4 de platino posee una micromecánica y estética avanzadas.
Esta edición limitada de 20 piezas destacaba por sus diez días de reserva de marcha gracias a su doble barrilete pionero en la construcción del movimiento.

Mecánica ‘high-end’ (2016). El Royal Oak Doble Volante Esqueleto de 41 mm de acero estrenaba el doble volante patentado de la manufactura. El innovador mecanismo presentaba dos volantes y muelles espirales ensamblados en el mismo eje para para una mayor fiabilidad y precisión.

Eterna reinvención(2022). El primer Royal Oak Jumbo con tourbillon volante. Con mecanismo automático y sin alterar las proporciones de su caja extraplana. El calibre 2968 solo cuenta con 3,4 mm de grosor. Movimientos de última generación para alcanzar otros 50 años de vida.

Carlos Alonso

Los contenidos en evolución son su razón de ser sin que importe el soporte. “La vida y la relojería, donde se ha especializado por más de 30 años, no son nada sin contenido”. Después de que los soportes hayan vivido una revolución tecnológica es momento de volver a defender el buen periodismo como una necesidad general.

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Alma Delia Pacheco

Directora comercial relojes

Heredé el gusto por los relojes desde niña y profesionalmente por el diseño. Desde hace 21 años estoy en este fascinante sector relojero, trabajando de la mano junto con las marcas haciendo estrategias comerciales y de marketing.

SANDRA GUERRA

Coordinadora de Eventos

Ingeniera industrial que encontró en la relojería las máquinas ideales para articular experiencias, arte y creatividad en un engranaje impulsado por personas extraordinarias. Más de 88,600 hrs. de vuelo en estrategia y…

KEVIN GONZÁLEZ

Diseñador digital y multimedia

Geek millennial, amante de la tecnología. Ing. en comunicación multimedia, llevo los relojes mecánicos a la dimensión digital. Siempre al tanto de las tendencias tecnológicas.

LESLIE LÓPEZ

Director editorial

Lector antes que editor. Planté un limonero y escribí un libro. Espíritu deportivo para templar el ánimo. Ldo. en Filosofía (Univ. de Sevilla) y Máster de Periodismo (Complutense de Madrid).

CARLOS ALONSO

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CARLOS MATAMOROS

Colaborador Autos
Recibió su primer reloj a los siete años, aprendió a cuidarlo y desde ahí ya no hubo vuelta atrás. Gracias a la carrera espacial y a las de autos, su pasión se dividió entre las máquinas que miden el tiempo y las dedicadas a vencerlo.

ANDRÉS MORENO

Redactor

Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.
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