“Lujo de bolsillo” es una de las definiciones de Assouline, la casa editorial que se ha especializado en publicar libros para marcas de lujo como Dior o Louis Vuitton, aunque también ha hecho encargos para Coca Cola y Mattel —su enciclopédico tomo sobre Barbie se convirtió en un must para coleccionistas de la muñeca de cintura imposible—. La última aventura de Prosper y Martine Assouline, el matrimonio fundador del sello editorial, es Royal Oak: From Iconoclast to Icon, que acaba de salir a la venta. Royal Oak festeja sus bodas de oro con Assouline
El libro, escrito por Bill Prince, durante años subdirector de la edición británica de la revista GQ y hoy editor de Wallpaper, celebra el 50 º aniversario del Royal Oak, el emblemático guardatiempo de Audemars Piguet lanzado por primera vez en 1972. Para los fans de la alta relojería y, sobre todo, quienes tienen su corazón en este reloj octogonal, el flamante libro recopila anécdotas y testimonios de entusiastas famosos —el productor y DJ Mark Ronson, la recientemente retirada Serena Williams y la otrora supermodelo Elle Macpherson, entre otros—. Son esas voces a las que Bill Prince ha bautizado “generación Royal Oak”, un grupo de entendidos y amantes de la relojería que alcanzaron la mayoría de edad después de la aparición de este guardatiempo y cuyos logros reflejan el movimiento cultural global que lo inspiró.
Artefacto cultural
También hay datos recientemente descubiertos en los archivos de la manufactura suiza y un análisis cultural que repasa seis décadas de arte, arquitectura, moda y música, en paralelo a la evolución de este guardatiempo que sentó las bases de lo que hoy es el sport elegante, ese segmento en alta relojería que fue un parteaguas para quienes hasta entonces solo pensaban en relojes de oro amarillo como epítome del lujo.
Regresemos por un momento a los años 70, cuando apareció un reloj con una armadura de acero inoxidable acabado a mano que contenía el movimiento mecánico automático más delgado del mundo en aquel entonces, y cuya estela permanecería durante décadas. Gracias al Royal Oak, por primera vez, el acero pasó a ser un metal tan noble como el oro.
Inspirado en los cambios culturales, artísticos e industriales de la década del 60 y principios de los 70, este reloj de vanguardia auguraba un estilo de vida más activo y casual, y una nueva etapa en la relojería de alta gama caracterizada por la combinación de actividad física y refinamiento. “Tuvimos que inventar un modelo a la vez deportivo y elegante, apropiado tanto para llevar de noche como para las actividades cotidianas del hombre con estilo”, dice en el libro Georges Golay, quien fue director ejecutivo de la manufactura de Le Brassus, entre 1966 y 1987.