El TAG Heuer Monza se impone como una de las sorpresas de la LVMH Watch Week

La reedición en carbono atesora todo el poder visual del original de 1976, acompañado de un movimiento cronógrafo Flyback manufactura. Una decidida apuesta por los ‘extreme sports’.

Estaba claro que 2023 sería el año del Carrera en TAG Heuer. El icónico reloj cumple sesenta años y la firma suiza le ha dedicado la atención que merece, y de la cual daremos cumplida cuenta en el futuro. Lo que menos aficionados esperaban era que en esta nueva edición de LVMH Watch Week, que acaba de celebrarse en Singapur esta misma semana, tuviera como protagonista otro símbolo del catálogo de TAG Heuer. Nada menos que el Monza. Tan sorprendente como apetecible.

En el nuevo Monza Flyback Chronometer encontramos todo el riesgo creativo y pasión deportiva que han hecho famosos a los relojes de TAG Heuer. Un reloj con un diseño sin concesiones pensado para los amantes de las emociones fuertes. El reloj impresiona a primera vista gracias a su rotundo acabado negro y los detalles en azul y rojo de su carátula. Si muchas veces pedimos a las firmas que sean más atrevidas, está claro que el equipo dirigido por Frédéric Arnault ha tomado nota de este deseo y han dado a sus seguidores lo que estaban esperando. 

“Vuelo como una mariposa y pico como una abeja”

La famosa frase con la que se definía a sí mismo Muhammad Ali nos sirve de introducción para este TAG Heuer Monza Flyback Chronometer. La caja está fabricada en carbono forjado, un material que aporta al reloj las justas dosis de ligereza y atractivo estético. TAG Heuer reserva el carbono para ocasiones muy especiales. La última fue hace año y medio para la edición especial del Monaco que la firma donó para la subasta Only Watch. Un año antes conocimos las versiones de Carrera. Aunque mucho más especial fuel la edición, también de 2018, que el especialista inglés Bamford realizó también del Monaco y a cuya imagen debe tanto el flamante Monza. 

Perfil del nuevo TAG Heuer Monza
El acabado de carbono aportan al nuevo TAG Heuer Monza Flyback Chronometer un aspecto impresionante. A ello también contribuyen los elementos cromáticos de la carátula y la correa de tela.

Al igual que en el Bamford, el azul se impone como la elección ideal para acompañar tanto la caja de carbono de 42 milímetros de diámetro como la correa de tela negra. Encontramos el azul tanto en los índices horas luminiscentes como en los dos contadores de zafiro ahumado de los minutos del cronógrafo y el segundero independiente. La presencia cromática se completa con unos pocos detalles en rojo, estratégicamente ubicados. 

Una verdadera máquina de carreras

Como en los mejores modelos deportivos, la estética del Monza Flyback Chronometer nos confirma su naturaleza de reloj de competición. Es ligero y resistente, como corresponde a esta categoría. También práctico y eficiente gracias al Calibre Heuer 02 Flyback. Es un movimiento cuyas muy buenas cualidades técnicas ya conocíamos por su presencia en referencias de los más conocidos Carrera y Monaco. Aunque en el caso del Monza hay una importante diferencia respecto a sus compañeros de catálogo: su condición de cronógrafo flyback. Una característica del contador mecánico hasta ahora disponible solo en el técnico Autavia

Recordemos que la gran virtud de un cronógrafo Flyback es su capacidad para comenzar en cualquier momento una nueva medición sin necesidad de detenerlo antes. Una característica muy apreciada en los cronógrafos pensados para las carreras automovilísticas como el Monza original. Mucho mejor si lo acompañamos para la ocasión de una escala que le aporte más funcionalidad. Llegados a este punto, tenemos que quitarnos el sombrero ante la decisión de sus diseñadores de incluirlas por partida doble: un pulsómetro graduado para quince latidos, seguido de un taquímetro tradicional. Brillante, sin duda. 

Digno heredero

Está claro que nos gusta la imagen atrevida y extrema del Monza Flyback Chronometer. ¿Es una ruptura con la tradición de TAG Heuer?  Para nada. De hecho, esta estética tan arriesgada casa a la perfección con el origen mismo del reloj. Porque el Monza ya conoció acabados negros en sus primeros años de vida, a mediados de la década de los setenta, cuando Heuer era la firma de referencia en el mundo de la Fórmula 1 gracias a su presencia en las carrocerías de la escudería Ferrari. 

El Heuer Monza de 1976 en negro.
¿Rompedora la imagen del nuevo Monza Flyback Chronometer? Sin duda, aunque tampoco es original. Los primeros Monza de 1976 ya tenían un acabado negro, gracias al PVD de sus cajas de acero, y una carátula de disposición asimétrica. Una característica técnica de su Calibre 15.

Ya en 1976 existían modelos Monza con su caja de acero recubierta de PVD negro. Igual de llamativo para el aficionado actual es la disposición asimétrica de la carátula, muy similar a esta reedición de carbono recién presentada. La inusual posición del segundero a las 10 horas era una cualidad técnica del histórico Calibre 15, movimiento automático de la antigua Heuer que, al igual que este Monza Flyback Chronometer, carecía de contador de horas del cronógrafo.

Estos guiños cómplices nos ayudan a establecer un claro vínculo entre los 47 años que separan ambas versiones del Monza. Mismo espíritu deportivo, aunque realizados con diferentes medios y tecnologías. Evolución que tiene su reflejo en el precio del reloj, estipulado en 13.850 dólares para el mercado estadounidense. 

El estuche que se entrega con el Monza Flyback Chronometer mantiene la estética carbon del reloj.
Andrés Moreno

Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.

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