Durante décadas, muchos aficionados soñaban con acudir a Tokio y visitar la boutique de Seiko, en el lujoso barrio de Ginza, para adquirir un Grand Seiko. Habían leído todo sobre ellos, como que fueron capaces de superar a los mismísimos suizos en las competiciones de cronometría del observatorio de Neuchâtel en los años sesenta. Pero eran imposibles de encontrar fuera de Japón.
Así ocurrió hasta 2010, coincidiendo con los cincuenta años de la creación de Grand Seiko. La expansión internacional dio un paso definitivo con la transformación de Grand Seiko en firma independiente en 2017. Un movimiento esencial para convertir la marca en todo un éxito mundial, ratificado en 2023, la primera vez en la que Grand Seiko vendió más relojes en el extranjero que en su país de origen. Todo un éxito para la relojería japonesa. La internacionalización de Grand Seiko también nos ha servido para conocer más detalles de la marca, lo que ha servido para que se gane aún más el respeto del sector.
De Grand Seiko no sorprende tanto la (enorme) calidad de sus creaciones, como la fidelidad a una filosofía que no ha variado en más de seis décadas de trabajo. Y es esta fe en sus creencias lo que la diferencia de sus competidores suizos. Porque Grand Seiko busca la excelencia por medio de la sencillez. Es el camino que han elegido y no piensan abandonarlo. Suena complicado, pero se entiende al instante cuando tenemos la oportunidad de visitar el Grand Seiko Studio Shizukuishi, la flamante manufactura donde fabrican sus movimientos mecánicos.
Relojería en la naturaleza
Morioka es una pequeña y tranquila ciudad del norte Honshū, la isla más grande del archipiélago nipón. Aquí los inviernos son largos y de nieves abundantes. Desde aquí se parte a Shizukuishi, un pequeño pueblo rodeado de suaves y boscosas montañas. Fue elegido por Seiko en los años setenta para levantar su fábrica de movimientos mecánicos para Grand Seiko. La celebración de los sesenta años de la fundación de Grand Seiko fue la oportunidad elegida por sus responsables para actualizar sus instalaciones.
Crearon Grand Seiko Studio Shizukuishi, un flamante edificio construido con madera y de rotundas formas geométricas, obra del arquitecto Kengo Kuma, autor del Estadio Nacional de Japón. Kuma ha diseñado un edificio que se integra de manera natural con la naturaleza que lo rodea y donde la luz adquiere un gran protagonismo. Es una construcción sencilla, perfectamente sencilla, como los movimientos que se fabrican en su interior.
Esencia mecánica
Como ya sabrán los aficionados de la marca, Grand Seiko comercializa tres tecnologías diferentes de movimientos: cuarzo, Spring Drive y mecánicos. Solo los últimos se fabrican en Shizukuishi. De ellos se encargan un nutrido conjunto de relojeros, sentados en bancos lineales, que trabajan en completo silencio. Los observamos desde fuera porque está prohibido pasar al interior. Es el mejor modo de garantizar la limpieza absoluta de la sala, similar a la que podemos encontrar en el quirófano de un hospital.
Para nuestra sorpresa, la implicación personal es mucho más alta de la que pensábamos. Lejos de la imagen de Japón como un paraíso robotizado, aquí la labor del relojero es total, mucho más que en una fábrica relojera suiza. En realidad, Grand Seiko ha encontrado un perfecto equilibrio entre tradición y modernidad. Lo vemos en las tecnologías que aplican a sus últimas creaciones como MEMS (Micro Electro Mechanical Systems), con la cual son capaces de elaborar piezas con una precisión de micrómetro (la milésima parte de un milímetro) y que les ha permitido desarrollar las complejas piezas de su innovador Escape de Doble Impulso. Sin embargo, estos componentes, al igual que el también nuevo Volante de oscilación libre, están fabricados con aleaciones metálicas. No hay rastro de componentes de silicio en Shizukuishi. No hay ruptura con la tradición, solo evolución.
Directos a lo esencial
El respeto de Grand Seiko por los métodos tradicionales también se refleja en el modo de enfrentarse a los nuevos movimientos. Aquí la sorpresa es doble, porque los movimientos que encontramos en Grand Seiko Studio Shizukuishi se ciñen a unas pocas complicaciones. No hay rastro de calendarios perpetuos, fases lunares o tourbillones. Las funciones se ciñen a lo básico: horas, minutos, segundos, fecha y reserva de marcha. Solo hace bien poco (2023), el estudio presentó su primer movimiento mecánico cronógrafo (9SC5). Y aquí se acaban las veleidades. Es más, dentro de estas funciones apenas hay sorpresas. ¿Podría hacer el equipo de Grand Seiko una reserva de marcha de dos semanas? Claro que podría, pero no es su objetivo.
La misión es hacer, dentro de los límites clásicos, el mejor movimiento mecánico del mercado. Y esto es lo que han conseguido. Nos centramos en su última propuesta, el 9SA4, un calibre de carga manual de 80 horas de reserva de marcha. Dicho así, suena sencillo. Pero solo hay que investigar un poco para descubrir un maravilloso movimiento en el que todo ha sido desarrollado concienzudamente. El calibre está emparentado con el “hermano” automático 9SA5 y el mencionado cronógrafo 9SC5. Todos ellos funcionan con una frecuencia de 36,000 alternancias a la hora y viene equipados con el escape de doble impulso y volante de oscilación libre. Es extremadamente fino gracias al completo rediseño del tren de rodaje.
El sentido del tacto
El gusto perfeccionista va más allá del (impecable) aspecto visual. El equipo de diseño se ha preocupado por conseguir una torsión perfecta que convierte el proceso de carga en un placer para el tacto y el oído. El click de los engranajes del sistema de cuerda suena potente, como si estuviéramos ante un reloj de otra época. Y, si nos fijamos en él, encontraremos otra sorpresa: la pieza que controla sus desplazamiento tiene la forma de la cabeza de un pájaro, porque la influencia de la naturaleza será una constante en las creaciones de Grand Seiko. Justo debajo de la tija encontraremos además el indicador de reserva de marcha, colocado así para dejar la carátula lo más limpia posible. Cono decimos, todos los detalles están sobradamente pensados.
Al igual que sus hermanos de generación, el 9SA4 ofrece una precisión de +5/-3 segundos al día, controlada mediante un exigente test de funcionamiento de 17 días de duración, en seis posiciones y tres temperaturas diferentes. El 9SA4, el 9SA5, y el 9SC5 son los más modernos representantes de esta búsqueda de la esencia básica que siempre ha caracterizado a los Grand Seiko. Una relojería honesta y sencilla, pero también de gran exigencia técnica y pensada para durar eternamente.
Próximo destino: Tokio
No queremos acabar este artículo sin responder a una duda que habrá asaltado a los seguidores más fieles de la firma: ¿no había sacado Grand Seiko un movimiento con tourbillon? Claro que sí, el 9ST1, de su fantástico Kodo Constant-Force Tourbillon, un reloj que ganó el Premio de Cronometría del Grand Prix de Genève de 2022. Pero, a pesar de ser mecánico, el calibre 9ST1 no se ensambla en el estudio de Shizukuishi, sino en un pequeño taller situado justo encima de la boutique de Grand Seiko en Ginza por su propio diseñador Takuma Kawauchiya y un compañero relojero. Pero esta es otra historia. Una más de las que guarda el sorprendente universo de Grand Seiko.