Leyendas de museo

Este modelo de Leroy es un gran legado científico y técnico con sello del histórico diseño industrial. Neoclasicismo art déco con un sólido trabajo artesanal

Una de las especialidades de Leroy es combinar la relojería de grandes complicaciones con el arte tradicional del esqueletado. De esta mezcla virtuosa nace la versión del Regulador Tourbillon Automático, ahora con una exquisita decoración calada inspirada en el estilo art déco. Sus líneas gráficas emulan las de este movimiento artístico de principios del siglo pasado.

Calados simétricos

El espectacular reloj tiene caja de oro de 18 quilates y un lateral embellecido con una superposición de triángulos grabados. El rigor da ritmo a la esfera con una serie de calados simétricos y repetitivos que invaden el espacio como un efecto de espejo entre la jaula del tourbillon a las 12 h y el contador de horas a las 6 h. Los minutos se indican mediante una aguja central azul alargada. Debajo de estas figuras geométricas, se pueden ver los componentes de un movimiento ultracomplejo y finamente pulido, angulado y decorado. En la parte posterior, la decoración es igual de refinada, la masa oscilante está recortada como un encaje y lleva las iniciales “LL” entrelazadas.

Esta nueva pieza está numerada individualmente. Late con un calibre automático de la firma que cuenta con certificación oficial COSC. Cada parte del movimiento se corta pacientemente con una pequeña sierra de mano, luego se lima y se bisela. Pocos artistas guardan todavía el secreto de una producción manual tan infinitamente delicada. Solo para el corte manual de las piezas, sin montaje y ajustes, cada movimiento requiere casi dos meses de trabajo. En total, entre la fabricación del movimiento y la caja son necesarios seis meses de trabajo.

Este reloj regulador presenta la hora, minutos y los segundos por separado. Como proveedor histórico de la mayoría de los observatorios nacionales de todo el mundo (desde finales del siglo XIX), Leroy produjo una gran cantidad de estos instrumentos para diversos usos científicos e industriales. Aquí ofrece una interpretación ultracontemporánea del tourbillon, integrando un escape de diamante completo (palanca y rueda). Todo el mecanismo se vuelve mucho más ligero y resistente. Un ejercicio técnico y estético de elevada exigencia.

Yolanda Ruiz

Periodista todoterreno, llevo más de una década tomando el pulso a la industria relojera. “De los relojes lo que más me asombra es cómo actúan como instrumento de identidad. Son testigos de los cambios sociológicos y culturales».

Artículo anterior

TIEMPO DE RELOJES #126 INVIERNO 2022

Siguiente artículo

Energía cinética

Notas relacionadas

Alma Delia Pacheco

Directora comercial relojes

Heredé el gusto por los relojes desde niña y profesionalmente por el diseño. Desde hace 21 años estoy en este fascinante sector relojero, trabajando de la mano junto con las marcas haciendo estrategias comerciales y de marketing.

SANDRA GUERRA

Coordinadora de Eventos

Ingeniera industrial que encontró en la relojería las máquinas ideales para articular experiencias, arte y creatividad en un engranaje impulsado por personas extraordinarias. Más de 88,600 hrs. de vuelo en estrategia y…

KEVIN GONZÁLEZ

Diseñador digital y multimedia

Geek millennial, amante de la tecnología. Ing. en comunicación multimedia, llevo los relojes mecánicos a la dimensión digital. Siempre al tanto de las tendencias tecnológicas.

LESLIE LÓPEZ

Director editorial

Lector antes que editor. Planté un limonero y escribí un libro. Espíritu deportivo para templar el ánimo. Ldo. en Filosofía (Univ. de Sevilla) y Máster de Periodismo (Complutense de Madrid).

CARLOS ALONSO

Director general

Los contenidos en evolución son su razón de ser sin que importe el soporte. “La vida y la relojería, donde se ha especializado por más de 30 años, no son nada sin contenido”. Después de que los soportes hayan vivido una revolución tecnológica es momento de volver a defender el buen periodismo como una necesidad general.

CARLOS MATAMOROS

Colaborador Autos
Recibió su primer reloj a los siete años, aprendió a cuidarlo y desde ahí ya no hubo vuelta atrás. Gracias a la carrera espacial y a las de autos, su pasión se dividió entre las máquinas que miden el tiempo y las dedicadas a vencerlo.

ANDRÉS MORENO

Redactor

Decía Antonio Machado que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. Me he guiado por esta máxima durante casi veinte años que llevo escribiendo de relojes. En mi mano está hacerlo del modo más ameno posible.
Total
0
Share