Hace apenas unos años pocos aficionados tenían el placer de conocer la obra del ahora muy famoso John Goldberger, considerado uno de los más grandes coleccionistas de relojes vintage, autor de obras especializadas monotemáticas dedicadas a Rolex, Patek Philippe, Longines y Omega y miembro del Consejo Cultural de la Fundación de la Alta Relojería y del consejo asesor de la casa de subastas Phillips.
Tenemos que destacar que John Goldberger no existe, se trata del pseudónimo del empresario italiano Auro Montanari, quien eligió este nombre para dar rienda suelta a su pasión por los relojes antiguos. La elección de un nombre ficticio para desarrollar su afición da una idea de la discreción que identifica su trabajo, donde el reloj prima sobre lo personal. Un caso sintomático del poder de las redes sociales.
Montanari (¿o era Goldberger?) se reconoce coleccionista por vocación. “Es una afición que viene de mis padres, experimentados coleccionistas de arte. Teníamos la costumbre de visitar mercadillos en busca de piezas. Eran los años 70 y yo acababa de cumplir 20, así que no tenía dinero para comprar arte como ellos, pero descubrí que los relojes mecánicos eran más baratos que los modernos modelos de cuarzo que vendían en las tiendas”.
No tardó en cazar su primera pieza importante: “En 1978 compré un cronógrafo Rolex referencia 5858 de oro blanco por 800 dólares que aún conservo”. Durante más de cuatro décadas construyó una sólida colección de la que se desconoce el número total de referencias que la componen.
Lo que sí sabemos es que la práctica totalidad de ellas son antiguas. “Mi interés se centra en relojes que van de los años 30 hasta mediados de los 80, justo el momento en el que las máquinas entraron en la industria para ayudar en labores de diseño y producción”.
Mucho tiempo su fama quedó limitada a unos pocos conocedores, pero todo cambió en 2010 cuando abrió su cuenta de Instagram: @goldberger. “Me gusta mucho esta red social. Es fácil y directa. La llegada de eBay a mediados de los años 90, y más tarde la de Instagram, han cambiado el mundo del coleccionismo relojero. Es verdad que en la democracia tecnológica a veces se confunden a los verdaderos aficionados con los que yo llamo “idiotas informados”.
“Pero las ventajas son enormes a la hora de acercar a personas de todo el mundo y, además, poner al servicio de los aficionados una ingente cantidad de información a la que era imposible acceder antes”. Este deseo de seguir aprendiendo lleva a Goldberger a seguir cuentas como las dedicadas al coleccionismo @watcharts y @ovettowatches; o a dealers como @alexcianivintage, @davideparmegianiofficial y @fumanku.
En la actualidad, @goldberger suma más 28,800 seguidores, una comunidad que comenta cada post con avidez para averiguar el origen de relojes que en muchas ocasiones aparecen por primera vez en el mundo digital. “En este tiempo he posteado alrededor de 1,600 relojes, aunque muchos proceden de colecciones de amigos”.
Hay otro aspecto que hace especial a esta cuenta de Instagram y es la calidad de sus fotos. “En los años 80 viví en Los Ángeles y allí me aficioné a la arquitectura. Creo que este interés se refleja en muchas de mis instantáneas”.
Su otra pasión es la fotografía, algo de lo que dan fe sus seguidores. “Así ha sido desde joven, incluso antes que la relojería. Es raro que use fotos tomadas con mi iPhone en mis posts. La mayoría son realizadas con una cámara Sony A7 R o con mi Hasselblad XD1”.
El resultado es una secuencia de imágenes que no envidia las de un profesional de la fotografía. “Hago todo por afición”, recalca. “Solo quiero propagar el amor por los relojes raros y bonitos”. Que la relojería es su pasión y no un negocio quedó claro cuando en mayo del año pasado entregó a la ONG Children Action el dinero obtenido por la subasta del único Rolex Daytona fabricado en oro blanco del que se tiene constancia. Una rareza conocida como “El Unicornio” que alcanzó la cantidad de 5,937,500 francos suizos.
“El año pasado me llamó mi amigo Aurel Bacs porque organizaba una subasta de los Daytona más extraordinarios. Al principio dije que no estaba interesado en desprenderme de “El Unicornio”, pero me di cuenta de que mi acción podía tener un impacto en la sociedad. Al final pensé que era el momento de que el reloj conociera un nuevo hogar, y mucho mejor si con ello apoyaba una causa tan noble”. Lo dicho, elegante en su cuenta de Instagram y elegante en su vida.
-Andrés Moreno-