Evolución hacia la génesis del mito

El Tank Française de Cartier renueva su imagen con sutileza y mucho respeto a la estética que le ha hecho triunfar desde 1996.

La historia del Tank es la de la evolución de una idea que ha ido desgranando diferentes episodios desde su primera creación en 1917. Uno de ellos, el Tank Française presentado en 1996, es una de sus apariciones estelares. En aquel momento, la gran innovación se encontraba en su brazalete metálico que aportaba continuidad a la caja; un diseño monobloque, que ahora Cartier reinterpreta con un estilo más radical. Un nuevo enfoque, estético y ergonómico, donde las líneas ultraperfiladas del reloj son más dinámicas y en el que se incorpora una creación de tamaño grande en acero y movimiento automático que se añade a una oferta donde el oro amarillo, con o sin diamantes, es el otro protagonista.

Detalles Tank

Con o sin diamantes,  el oro es el otro gran protagonista de este nuevo Tank Française.

A primera vista todo parece igual, pero hay unas sutiles diferencias que dan el toque contemporáneo, pero al mismo tiempo respetuoso con una estética que rompió moldes y elevó el carácter icónico de la línea Tank. Un primer detalle distintivo se halla en las angarillas, que ahora son más abombadas. Un segundo elemento que ha evolucionado es la corona, que ahora se encuentra incrustada para que sea una prolongación del ‘dibujo’ que gestan las angarillas. En esta nueva creación hay otro elemento distintivo, y es que los acabados son mayoritariamente satinados, mientras que la esfera del reloj presenta un efecto rayos de sol. Un último detalle: el brazalete forma una cadena compacta y perfectamente flexible, que se inscribe en el origen de esta colección y por tanto ofrece una continuidad total con la caja. La pulsera cuyos eslabones se entrelazan a la perfección se ha rediseñado para crear una curva. Pura y ergonómica, se adapta a cualquier muñeca.

Diálogo en el tiempo

Todo un reto que requirió de 13.000 horas de desarrollo, 460 horas de simulaciones digitales y 340 horas de pruebas y análisis para garantizar su resistencia. Para la presentación en sociedad de esta nueva y contemporánea apuesta del Tank, se ha acudido a una pareja de actores que representa a la perfección esa fusión del estilo parisino que siempre ha definido esta línea del Tank, con ese nuevo “lifestyle” moderno que, por supuesto, adopta la sofisticación como uno de sus elementos imprescindibles. Ellos son Catherine Deneuve y Rami Malek, y el escenario no podía ser otro que París. Dos generaciones de intérpretes que componen una fantástica escenificación de los valores del Tank Française, porque los tiempos cambian, pero la elegancia del Tank, de Rami Malek y de Catherine Deneuve, que es la encarnación de la elegancia francesa, permanece intacta.

Icono y talento

El Tank Française actúa aquí como nexo entre dos actores que representan a distintos momentos del cine, pero que están unidos por un vínculo especial, que se dibuja en la escena en la que se encuentran al cruzar el puente Alexandre III, en una alegoría del ayer y del hoy. Una visión cercana, perfectamente dirigida por el cineasta británico Guy Ritchie. En definitiva, la película se convierte por un lado en un homenaje al cine y, por otro, a la libertad creativa que define a Cartier. Algo que ratifica Arnaud Carrez, Senior VicePresident Chief Marketing Officer: “Esta película refleja la visión de Cartier de la relojería y la atemporalidad de sus creaciones. Es un viaje en el tiempo en el que el pasado y el presente se funden, como ocurre con el Tank Française, un icono de ayer y de hoy. También se trata de la fusión del estilo francés, simbolizado por el Tank y por Catherine Deneuve, y el cine vanguardista, mítico y libre en el que Rami Malek despliega su talento”.

Catherine Deneuve y Rami Malek protagonizan una alegoría del ayer y del hoy. Una visión cercana, dirigida por el británico Guy Ritchie, y que además es un homenaje al cine y, por otro, a la libertad creativa que define a Cartier.

No olvidemos que el Tank Française es la expresión de una cierta vanguardia, símbolo sin duda de la creatividad de París, cuya geografía cultural captó tan acertadamente la nouvelle vague, y que sabe perdurar como uno de los referentes con más estilo de las derivadas de aquel inicial Tank. Sencillamente cautivador, habría que decir que hay una palabra que Malek no paró de exclamar durante el rodaje y que se puede aplicar también al renovado Tank Française: Bravo.

Historia del Tank

No hay duda de que uno de los elementos que distinguen a los Tank es su capacidad de reinventarse y sobrevivir a todas las épocas, en gran medida por lo acertado e inteligente de su diseño. La creación del primer Tank data de 1917, consecuencia de la visión de Louis Cartier alrededor de las propuestas de forma. A principios del siglo XX, ya había intentado depurar las formas e introducir el círculo de las horas en la línea del brazalete, algo que mostró en el Santos. Siguiendo su estela, el Tank ofrece una línea recta, donde la caja, los enganches y la pulsera se convierten en una unidad. En 1922, la maison ofrece una nueva interpretación que responde al nombre de Tank Louis Cartier y donde la caja se alarga, las angarillas se estilizan y los ángulos se suavizan.

Evolución permanente

Habría que esperar unos cuantos años más, hasta 1977 para asistir a una evolución de la línea, la que protagoniza el Tank Must. La línea Must de Cartier está en su pleno apogeo y en Cartier decidieron lanzar una colección de relojes que retoma la forma del Tank Louis Cartier. Antes de llegar al nacimiento del Tank Française, llega en 1988 el Tank Américaine, caracterizado por el rectángulo compacto de su caja curvada y por la esfera más maciza, que están en consonancia con el dinamismo de la época. Y llega el año 1996, cuando surge esta línea que siempre se ha caracterizado por su espíritu muy francés, que se mueve entre el clasicismo y la libertad estilística. Como resume Marie-Laure Cérède, directora creativa de Joyería y Relojería de Cartier. “El nuevo Tank Française refleja una convicción creativa: como en el caso de una piedra tallada de la que se quiere recuperar el estado puro, se trataba de captar su forma radical, simplificar sus líneas esenciales y despojarlas de todo adorno para volver a la génesis del mito”.

Ricardo Balbontín

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