En el mundo de la relojería ya no se habla de Louis Vuitton como una marca de moda. Fue así por años, pero todo indica —o así lo deja ver la acogida de sus nuevos lanzamientos— que de ese estigma ya no queda nada. Y es que, tal como les ha ocurrido a otras firmas no nacidas en el nicho de la alta relojería —pensemos en Hermès o Chanel—, Louis Vuitton tuvo que vencer dos grandes retos cuando incursionó en ella. El primero, desarrollar relojes que cumpliera con los altos estándares de calidad de la industria. El segundo —y aún más difícil de conseguir—, la eliminación de toda posible suspicacia sobre su pericia.
Conquistar tanto a coleccionistas como expertos ha sido un camino largo que nos lleva a 1988. Mientras la gente escuchaba “Faith” de George Michael y se obsesionaba con Versace, Louis Vuitton experimentaba uno de sus años de mayor crecimiento tras la creación del grupo LVMH en 1987. Con poco más de 100 boutiques en todo el mundo, diversificar sus productos era una buena idea y los relojes una excelente apuesta. Así que, en una demostración de su buen gusto, la firma se alió con la arquitecta italiana Gae Aulenti —quien acababa de convertir una vieja estación de trenes en el famoso Musée d’Orsay— para diseñar dos piezas: Monterey I y II.
Los caminos de la alta relojería no son como LV pensaba, como los imaginaba…
La primera aventura de Louis Vuitton en la relojería no trascendió como se esperaba. Aunque el Monterey I y II se proyectan hoy como piezas de culto, sus movimientos de cuarzo no hacían justicia ni al diseño de Aulenti ni a la caja de cerámica hecha por IWC Schaffhausen. Los relojes pronto le mostraron a Louis Vuitton lo exigentes que son. Y, aunque en los 1990 debieron lanzar algunas piezas que no quedaron del todo documentadas, la inquietud de la Maison se tuvo que convertir en paciencia. Tras una larga espera, de 14 años para ser exactos, por fin estuvieron listos para lanzar el que sigue siendo su reloj emblema: el Tambour.
De la pasarela al GPHG
En 2002, Louis Vuitton sorprendió al mundo de la alta relojería con un reloj cuya caja se volvería icónica en poquísimo tiempo. Inspirada en la forma de los tambores y con un diseño del despacho parisino BBDC, tenía un toque de modernidad perfecto para que la firma realizara sus experimentos relojeros con ella. Por si fuera poco, para ese momento esta caja ya resguardaba un movimiento mecánico. Un desarrollo de nada más y nada menos que de lo que hoy conocemos como La Fabrique du Temps (fundada en 2007 y adquirida por Louis Vuitton en 2011). Además de buscar armonía estética, Louis Vuitton comenzaba a adentrarse en la técnica. Y por esta razón sus piezas dejaron de ser un consideradas un accesorio de las pasarelas.
En 2023, tras celebrar sus primeros 20 años en 2022 con el Tambour Twenty, la icónica caja tuvo un rediseño que la hizo más ergonómica. Pero como sabemos, en la alta relojería los cambios “pequeños” son un efecto dominó. Pasar de 10 a 8 mm de grosor implicó un cambio radical que, en sus lanzamientos 2025, Louis Vuitton solucionó de manera impecable. Y esa destreza, sumada a su cada vez más profunda inmersión relojera, es lo que está conquistando a los expertos. La “marca de moda” ahora tiene tras de sí a maestros relojeros como Michel Navas y Enrico Barbasini y hasta ha sorprendido con colaboraciones ultrarelojeras como la hecha con Rexhep Rexhepi en 2023.
¿De outsider a chicos populares?
Las novedades de Louis Vuitton en LVMH Watch Week dejan claro que sus intenciones con la alta relojería siempre fueron serias. Los nuevos Tambour Taiko Spin Time y Tambour Convergence no solo hacen que podamos ver a Louis Vuitton como una marca de moda y accesorios de viaje sino como una firma relojera en toda forma. Y, además, una capaz de imponer tendencias técnicas.
Por ejemplo, en la colección Tambour Taiko Spin Time han logrado que los famosos cubos con los que esta función da la hora, tengan otros usos como mostrar los nombres de las ciudades en el espectáculo que es su Tambour Taiko Spin Time Antipode. Para Carlos Alonso, director de Tiempo de Relojes, esto eso abre un mundo de posibilidades. “Además de reflexionar un World Time como nadie lo había hecho. [Durante nuestra cobertura de LVMH Watch Week] me dijeron que pueden usar esa tecnología para cronógrafos, calendarios y más. Esto abre un tema técnico muy original que nadie más había abordado, lo que les da aún más credibilidad”. ¿Será que Louis Vuitton, una de las marcas más plagiadas del mundo de la moda, pretende tener el mismo efecto de trendsetter altamente imitado en la alta relojería? Es muy pronto para saber pero, si es que es así, van por buen camino.