Purnell, la meta es lo imposible

Purnell ha recuperado la pasión por los “hiper relojes”, un movimiento que parecía abandonado después de su auge a comienzos de este siglo. Su lema lo dice todo: solo nos interesa hacer lo imposible. Eso significa que nadie lo ha inventado antes.

Gran paradoja. El creador de la firma que mejor representa la Alta Relojería más exclusiva (Hyper Horology es el término que ha creado), no se considera relojero. “No lo soy, aunque he vivido desde pequeño entre relojes”, nos comenta Maurizio Mazzocchi, consejero delegado de Purnell. La firma es el último eslabón de una larga trayectoria laboral que comienza en el círculo de Biver en la época de Omega y Blancpain. Más tarde vino su paso por Gucci, Roger Dubuis y Jacob & Co., entre otras marcas. “Lo curioso es que Éric tampoco se considera a sí mismo relojero”.

El Éric del cual nos habla es nada menos que Éric Coudray, uno de los más grandes inventores relojeros de este siglo, Premio Gaïa en 2012. “Éric se define como un ingeniero de micromecánica porque rechaza ver la relojería como una tradición que hay que seguir. Huye del pasado, al igual que yo, y por eso compartimos una visión tan definida de lo que queremos hacer”. El proyecto Purnell vio la luz en 2020 y en tan poco tiempo ha levantado unas enormes expectativas que, una vez conocidos los métodos usados de trabajo, explican bien la nueva era de la Alta Relojería.

Maurizio Mazzocchi, fundador y consejero delegado de Purnell.

“El corazón del Purnell es el Spherion. Yo no soy el centro y tampoco lo es Éric. El mensaje es el producto”. El Spherion es una evolución del Gyrotourbillon desarrollado por Éric Coudray para Jaeger-LeCoultre a principios de este siglo. “Éric pensó que ya estaba bien de doscientos años con el mismo dispositivo, así que transformó la circunferencia del tourbillon en una esfera”. El Spherion va más allá, con jaula de triple eje y un peso de 0.79 gramos. 

Desmitificando las manufacturas

Hacen falta al menos diez días para completar el ensamblaje de un Spherion. Y de nuevo nos encontramos con una paradoja: una firma creadora de unos mecanismos maravillosos… que no cuenta con fábrica propia. El genio de Éric Coudray se asienta sobre la base industrial que aporta el gigante de los suministros Tec Group, propietarios del Tec Ebauches y que han creado una subsidiaria para proyectos tan locos como Purnell, con el nombre de PurTec. “No somos simples clientes de Tec Group. Somos socios”, nos explica Mazzocchi. “Ellos fabrican todos los elementos del reloj, con la seguridad de que todo el trabajo de Coudray para Purnell es de uso exclusivo nuestro”.

Mazzocchi no ve ningún problema a este tipo de colaboración. “Los clientes actuales buscan la emoción. No les importa nada dónde se ha fabricado el reloj. Lo importante para ellos son las emociones que la pieza les despierta. El concepto manufactura, que fue tan importante a comienzos de siglo, hoy en día apenas se tiene en cuenta”. 

Ocho meses para un solo reloj

La sede Purnell se encuentran en la ginebrina Rue de Rhone, mientras la realización de los relojes se realiza en las instalaciones de Tec Group junto a la frontera francesa. El sistema de fabricación parece complicado, pero funciona realmente. “En Purnell trabajamos un total de 32 personas, pero el total de implicados en la realización de cada reloj llega a las 120”. El trabajo se extiende una media de ocho meses, según el grado de complicación del mecanismo. El tipo de desarrollo de los productos son aún más largos: “ahora mismo estamos desarrollando un concepto que se me ocurrió hace cinco años”.

La prolongación en el tiempo de fabricación va en consonancia con la complejidad de los mecanismos. El caso más espectacular dentro de Purnell es la capacidad de la firma para engastar las jaulas de sus tourbillones Spherion. Ninguna firma se había atrevido hasta ahora con este aspecto decorativo. Cada jaula está engastada con 152 diamantes, lo que hace un total de 304 diamantes por reloj. Es un trabajo que se prolonga durante tres meses, solo para el engaste y finalizado de cada Spherion. La exigua producción anual (alrededor de cien relojes al año) y el precio (a partir de 400,000 dólares) son las dos últimas características que explican la singularidad de Purnell. 

Sexo y distancia

“He trabajado en firmas comerciales durante muchos años y la gran diferencia con Purnell es el tema de presupuestos”, prosigue Mazzocchi. “En mis anteriores aventuras todos los costes tenían que estar medidos para que el precio final no se disparase. En Purnell lo único que queremos es hacer lo imposible. Si un técnico llega y me dice que mi propuesta es viable, enseguida pierdo el interés en el proyecto. Que algo sea posible significa que alguien ya lo ha hecho antes”

Que no tenga límite presupuestario no significa que Purnell no esté exenta de hándicaps, muchos de ellos vinculados a su corta trayectoria. “Muchas veces hemos intentado explicar cómo funciona un Purnell y hemos descubierto que es muy complicado. Como le decía antes, ahora mismo importa más el valor percibido más que el importe real”. Para Mazzocchi, “Lo más importante es que entren en contacto con el reloj y se enamoren de él. “La primera impresión cuenta muchas veces. A menudo he logrado más atención llevando simplemente mi reloj a comer o cenar, que explicando pormenorizadamente sus detalles. Lo comparo al momento de observar la Gioconda en el Museo de Louvre: la aprecias más cuando la observas de lejos”. 

Preguntado por el género de sus clientes, Mazzocchi nos da una respuesta bastante original. “Actualmente nuestros porcentajes de relojes masculinos y femeninos está muy marcada por las condiciones de la producción. En cualquier caso, mi ideal sería un 55% de relojes para mujer y un 45% para hombre”. La razón de esta preponderancia de la relojería femenina la explica Mazzocchi por considerarla mucho más libre y creativa. 

Fútbol, la nueva religión

No podíamos acabar la conversación con Mazzocchi sin comentar una de las acciones más audaces que ha realizado Purnell en su corta trayectoria comercial. Nos referimos al patrocinio del Balón de Oro, el premio más prestigioso de cuantos se conceden anualmente en el fútbol. ¿Cómo es posible que una firma tan exclusiva como Purnell vea interés en patrocinar un evento relacionado con el más popular de los eventos deportivos?

Mazzochi nos responde con ingenio. “Soy italiano y hay dos cosas que supera las barreras sociológicas: futbol y religión. Si vas a misa en un país católico, vas a la misma iglesia que el presidente de una gran firma. En el estadio coinciden el dueño de una fábrica con sus trabajadores. Así que, si me considero la firma más prestigiosa del mundo, tengo que estar en el evento más prestigioso, que el Balón de Oro, aunque ya te aviso que no nos ha salido gratis”.

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